lrededor de esta fecha, la familia Bridges pone en condiciones habitables las construcciones que estaba realizando en Harberton y decide dejar la Misión Anglicana de Ushuaia y marchar a residir en el casco de la primera estancia fueguina.
La construcción se estaba realizando con las tablas y tirantes cortados en la carpintería familiar del condado de Devon, que fue trasportada desde Londres en el barco Sherphedess, que quedó fondeado en el puerto de Harberton hasta que finalizara su descarga. Esta operación demandó un largo tiempo, debido a la no existencia de “muelles ni desembarcaderos, ni grúas, ni barcazas, todo debía ser transportado en botes o arrastrado por la playa pedregosa” (E. Lucas Bridges. El último confín de la Tierra).
En el momento del traslado, el matrimonio Bridges contaba con cuarenta y ocho años, y sus cinco hijos tenían una edad de entre catorce y cinco años. Fueron acompañados por el gaucho Serafín Aguirre y su esposa, “una rolliza mujer yagana”. También lo hicieron “algunas familias yaganas, muy contentas de poder establecerse en un lugar donde seguirían gozando de la protección (…) Variaban en número pero a veces eran más de sesenta. A todos los que deseaban trabajar se les daba ocupación a cambio de pan, café, azúcar y ropa. A los más expertos, en especial a los que habían aprendido a manejar la sierra, se les entregaba una módica suma de dinero para comprar otros productos, a cuyo consumo se habían acostumbrado después de vivir en contacto con los blancos” (op.cit.).
Además del maderamen para la construcción, el barco había transportado cerdos. Cuando las tres hembras tuvieron su primera parición fueguina, aumentó en cuarenta nuevos individuos el plantel porcino de la estancia. “Estos animales se bastaban a sí mismos durante el verano, pero en el invierno había que alimentarlos. Debíamos arrancar arbustos y cultivar nabos y nabos suecos para satisfacer su apetito. Con el correr del tiempo, los cuatro primitivos aumentaron a más de cien, que no tardaron en hacerse salvajes y devorarnos gran parte de nuestros cultivos” (op. Cit.).
También transportaron carneros Rommey March y bovinos, cuyas vacas descendientes fueron muy buenas lecheras, “resultaron una excelente raza que hoy todavía existe en esas regiones” (op. Cit.).
