ste día, en virtud de la disposición N° 622, se reduce de 97 mil a 30 mil hectáreas la superficie de la reserva aborigen Camusu Aike, en el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz.
La reserva fue constituida como tal por un decreto del 11 de enero de 1898.
Está ubicada a 170 kilómetros de Río Gallegos, a tres kilómetros de la ruta 40 y a 28 del paraje La Esperanza, en el Departamento de Guer Aike. En ese paraje, se asienta un puesto sanitario, un juzgado de paz, un destacamento policial y una estación de servicios con hotel. El lugar queda aislado durante el invierno, por la gran acumulación de nieve que se produce en los caminos de acceso.
No obstante la sustancial reducción instrumentada en los años cincuenta, la reserva continuó sufriendo constantes mermas territoriales, hasta llegar en la actualidad a contar con menos de cuatro mil hectáreas.
Ante esta constante pérdida de derechos y las dificultades para sobrevivir, gran parte de los habitantes de la reserva emigraron hacia las ciudades, donde encontraron algunas posibilidades de trabajo y subsistencia, especialmente en Río Gallegos. Allí, son numerosas las familias de origen tehuelche que se asentaron.
Las casas de la comunidad son de chapa y madera, y piso de tierra o cemento rústico.
Hasta 1984, las viviendas se encontraban dispersas dentro de la comunidad. Con la reapertura de la escuela, cerrada durante la dictadura militar, las edificaciones se concentraron en torno a la escuela, para evitar que los niños tengan que realizar largos recorridos.
Hasta hace unos años, el gobierno provincial suministraba el carbón de Río Turbio, pero desde la privatización del yacimiento, se suspendió el aprovisionamiento. Ante la escasez de leña, la calefacción pasó a depender del kerosene o gas en garrafas, que obtienen de la generosidad pública.
Tampoco cuentan con energía eléctrica, salvo los que están cerca de la escuela y reciben energía del generador del establecimiento. El agua se obtiene de manantiales, vertientes o molinos o bien de una canilla pública.
Actualmente quedan alrededor de veinte familias. Los hombres trabajan en las estancias, por temporadas, sin estabilidad ni seguridad previsional.