maginen cuestionar cobrar un penal después que el árbitro tomó la decisión y el jugador pateó y la pelota ingresó dentro del arco. Pero de repente, alguien sugiere reconsiderar ese penal, un disparo que ya se tomó y no se puede cambiar.
Llevemos esto a la convocatoria de elecciones constituyentes en Tierra del Fuego. Después de horas de debate y acuerdos sobre la constitución, surge un intento de desatar nuevas especulaciones. Sin embargo, como en el fútbol, una vez que el árbitro ha tomado una decisión y el penal ha sido cobrado, ya no hay vuelta atrás.
La situación fueguina demuestra que una vez que se ha tomado una decisión y está firme, intentar modificarla sólo trae incertidumbre. En el juego de la política, como en el fútbol, una vez que el silbato ha sonado y el penal ha sido cobrado, no hay marcha atrás.