n el corazón del centro costero de Ushuaia, donde cada metro cuadrado de estacionamiento es tan preciado como un día soleado, tres audaces autoelevadores Sampy han decidido desafiar las leyes de la movilidad urbana.
Nos dicen a todos, desafiándonos: “Retroceder nunca, rendirse jamás”, parece ser su lema mientras ocupan, con porte industrial, los espacios destinados a los coches de particulares.
En un juego de ironías urbanas, estos centinelas de carga y descarga parecen haberse olvidado de que su misión está en los depósitos, no en los bulliciosos estacionamiento céntricos.
Así, ellos permanecen, impasibles, en la batalla por el espacio escaso, mientras automovilistas de a pie se rinden en la búsqueda de un lugar donde dejar sus autos.