a exhibición de imprudencia motera se ha vuelto una nueva preocupación. La calle corre riesgo de volverse un circo sin carpa donde la ley de tránsito es un mero espectador, y los cascos, un recuerdo del pasado.
Entre adelantamientos suicidas, giros imposibles y total desprecio por las normas de convivencia vial, los motociclistas locales protagonizan un show de riesgo que pone en peligro a todos. La irresponsabilidad no es solo una cuestión de adrenalina, es una actitud peligrosa y egoísta que pone vidas en juego.
Más allá del espectáculo de "salvajes" sobre dos ruedas, subyace un problema de falta de respeto, educación vial y control efectivo.
Asumamos que la impunidad no es un premio; es una irresponsabilidad que puede costarle caro a la comunidad.