arece que en Ushuaia el reciclaje se ha convertido en un deporte de precisión… o más bien de “casi”. Tenemos campanas impecables, diseñadas con esmero para salvar al planeta, y justo al lado, bolsas de basura en su hábitat natural: el suelo. ¿Será que algunos ciudadanos interpretaron "reciclar" como un ejercicio de tiro al blanco? "Lo que importa es competir", pensarán, mientras su contribución ecológica queda a medio camino entre el gesto y el olvido.
Quizás sea un acto de rebeldía contra la tiranía de los contenedores. Pero lo cierto es que, entre el esfuerzo de separar residuos y la comodidad de tirarlo todo junto, el instinto humano elige la opción que no requiere agacharse.
El planeta agradece este esfuerzo mínimo. Al menos las bolsas parecen bien empaquetadas.