ás allá de poner en debate si realmente resulta conducente reservar espacio público para operaciones de carga y descarga durante el nada despreciable lapso de ocho horas corridas en pleno horario comercial, en vez de hacerlo como suele ocurrir en las ciudades que pretenden ordenar su funcionamiento donde las operaciones de logística tiene lugar en horarios que no interfieren con el normal funcionamiento cotidiano, lo que resulta sumamente llamativo es que además se eche mano a “rellenar” el espacio con cualquier tipo de elemento, sin que estos desperdicios esparcidos sobre la vía pública generen infracción alguna. Esta lamentable imagen se reitera en más de un punto en nuestra ciudad. Salvo que hayamos omitido la lectura de algún párrafo, la normativa vigente no confiere la potestad de apropiador del espacio público. ¿O sí?
