n una tranquila tarde, el bullicio de la ciudad fue interrumpido por una noticia inesperada, diametralmente opuesta a la dada por quien se considera el rey de la selva cuando sin dudar sostuvo que el régimen de promoción industrial que rige en la provincia de Tierra del Fuego “no se toca” y continuará vigente. Pasaron unos meses de aquella afirmación y parece que varios leones se escaparon del circo nacional, urgidos por la necesidad de alimentar su apetito fiscal. Deben haber imaginado que nada puede resultar más sencillo que ir contra una población pequeña en número, alejada y donde los intereses locales chocan contra la idea de bases navales y entrega de recursos a potencias extranjeras.
La contradicción imprime una marca imborrable en la comunidad y con la certeza de que los leones apestan, comienzan a establecerse debates sobre la conveniencia de mantener animales salvajes en lugares de decisión.
Cualquier semejanza con la realidad, es mera coincidencia.