on actos silenciosos que educan más que mil discursos, faros que orientan en la niebla de la confusión moral. En un país donde el escándalo grita y la coherencia susurra, quienes actúan con integridad, respeto y responsabilidad enseñan sin levantar la voz. Los niños copian lo que ven, no lo que se les dice. Por eso, liderar con el ejemplo no es un gesto noble: es una necesidad urgente. Mientras el presidente tropieza con la sintaxis, degrada el debate público y nos llena los oídos con vulgaridades, el gremio docente fueguino nuevamente nos sorprende con su capacidad de inventiva y resuelve otro paro que castiga a los únicos inocentes: los chicos.
Todos, absolutamente todos, aquí y allá miran para otro lado, justificando o repartiendo graciosamente responsabilidades. Un duelo de irresponsables donde nadie enseña y nadie aprende. Así, el futuro de nuestros niños no está en riesgo, está siendo saboteado en tiempo real.