ire señora, señor, doña Rosa… El nepotismo es simple: usted empieza a trabajar en el armado de una lista de candidatos, se piensa en cien personas con militancia, títulos, idiomas, posgrados… y gana fulanito, el familiar del que maneja el mango de la sartén. ¡Un genio Fulanito! Nunca en un tema social o comunitario, pero qué importa, la sangre pesa más que el currículum.
Porque acá la experiencia política es “la sangre tira” y el idioma es “decime en qué puesto queres estar, cuánto querés estar”. Entonces tiene ministros que son primos, secretarios que son cuñados, jueces que son hermanos y asesores que son de la parentela. Y claro, después se quejan de que la cosa no anda… ¡si pusieron a Titi, que hacía asados en el local partidario de Ministro de Economía!
Pero tranquilos, que para el próximo turno ya están entrenando a la sobrinita: subsecretaria de algo o secretaria en alguna comisión del Congreso para cumplir con el cupo. O en otro socio.
Y al final, señora, el árbol genealógico vale más que el currículum. Porque acá se hace política para la familia… no para la Provincia! Sino, miren bien las listas de candidatos.