icen que los sueños, sueños son. Y en Tolhuin, parecen dormir una siesta más larga que el invierno fueguino. A casi dos años del pomposo anuncio de la reconversión de la vieja “Dulces Sueños” en un moderno complejo turístico y gastronómico frente al Fagnano, el edificio luce impecable… por fuera. Adentro, sigue soñando con su inauguración.
La flamante “Punta del Lago”, fruto de aquella alianza público-privada que prometía empleos, turistas y desarrollo, permanece en pausa, como si esperara una señal divina (o al menos una cinta para cortar).
El intendente local había prometido “una carta de presentación para el turismo fueguino”. Y vaya si lo es: una postal del entusiasmo que se enfría, de los proyectos que se eternizan, de los sueños que siguen siendo eso, apenas sueños, aunque con una fachada prolijamente pintada.