Alarkén como Reserva Natural Urbana
Editorial

Alarkén como Reserva Natural Urbana

Por: Comité Editorial EDFM
15/12/2025
U

shuaia, ciudad única por su geografía subantártica y su boscoso paisaje en el fin del mundo, enfrenta una encrucijada fundamental: ¿cómo crecer sin desnaturalizarse? En los últimos años, este debate cobró urgencia ante el avance de urbanizaciones y obras sin la debida planificación ambiental que ponen en riesgo los bosques nativos que conforman el pulmón verde de la capital fueguina. Pero en medio de este panorama, la experiencia de las reservas naturales urbanas en Ushuaia emerge como un faro de gestión sustentable.

La Reserva Natural Cerro Alarkén, con más de cien hectáreas de bosque nativo —lengas, ñires y coihues— protegidas en pleno entorno urbano, es un ejemplo tangible de que conservar no es sinónimo de no intervenir, sino de inteligencia política y ambiental.

Este espacio ha sido concebido con criterios técnicos sólidos, articulando zonificaciones que combinan conservación estricta, uso público controlado y restauración ecológica. Su valor ecológico se traduce en servicios ambientales insustituibles: regulación hídrica, captura de carbono y refugio de biodiversidad, además de constituir un aula viva para la educación ambiental de vecinos y visitantes.

Frente a un contexto de escasez de recursos estatales y creciente presión sobre espacios naturales, la alianza entre el sector público y privado es, hoy, una herramienta pragmática y eficaz. El modelo de custodia del Estado municipal con el Grupo Arakur, que se traduce en un convenio para el cuidado y manejo de hectáreas no urbanizables —garantizando la prohibición de actividades urbanísticas en esas tierras— es un camino que merece ratificación y consolidación normativa. Este enfoque no solo preserva el valor natural intrínseco de los bosques, sino que amplía la capacidad de gestión más allá de lo que los presupuestos públicos podrían sostener por sí solos.

Pero es imprescindible dar el siguiente paso: que esas hectáreas bajo convenio no queden como un acuerdo temporal o administrativo, sino que se consagren formalmente como reserva natural urbana. Esta consagración debe darse mediante ordenanzas municipales claras y robustas, que doten de seguridad jurídica al área protegida, la incorporen al ordenamiento territorial y aseguren su carácter de bien común inalienable. La consolidación legal como reserva —más allá de los acuerdos de custodia— enviará un mensaje inequívoco: la protección de nuestros bosques urbanos no está en venta ni sujeta a vaivenes políticos o coyunturales.

Conservar Alarkén como reserva natural urbana también implica pensar en su integración a una red más amplia de corredores ecológicos que conecten ecosistemas, promoviendo resiliencia frente al cambio climático y evitando la fragmentación del hábitat. La articulación con otras áreas protegidas y con programas educativos fortalecerá su rol como espacio público de pertenencia y aprendizaje, más allá del uso recreativo o turístico.

En definitiva, el caso de Alarkén debe consolidarse no únicamente como una foto de buena voluntad, sino como política de Estado: una política que reconozca que el verdadero desarrollo urbano no se mide solo en metros cuadrados construidos, sino en la calidad de vida que se logra para las generaciones presentes y futuras. Ratificar y profundizar el convenio entre el municipio y el Grupo Arakur, y elevar su protección al rango de reserva natural urbana, es una decisión de Estado tan urgente como sabia. Ushuaia tiene la oportunidad de demostrar que crecimiento y conservación no son antagonistas, sino piezas complementarias de un proyecto de ciudad con visión de largo plazo.

Cuál es tu opinión sobre la nota?
  • Me interesó
    %
    0 votos
  • No me interesó
    %
    0 votos