as callecitas de Ushuaia tienen ese no sé qué, que nunca deja de sorprenderte.
Un día podés encontrarte un velero reposando sobre una vereda. Otro, un camioncito de mudanza con parte de su carga arrumbado entre los yuyos de una banquina, y otro, el olvidado colectivo que todavía muestra con deslucido orgullo su antigua pertenencia a la Policía.