Edicion especial 12 de Octubre - Su ultima entrevista

Cano, un político que eligió ser padre antes de seguir una vida política

12/10/2006
C

uando transcurrían mediados de los 80 y el furor de la vuelta a la democracia era total, en Ushuaia, el radical Adolfo José Cano se consagraba intendente con 435 votos por sobre el Justicialismo representado en ese entonces por Carlos Manfredotti.
Luego de su victoria, los dos años de gestión frente al municipio y una derrota lapidaria en un intento de reelección ante su antiguo rival del PJ, Cano hizo una desaparición por completo del escenario político.
"Dejé la política porque mi familia no estaba preparada para que el padre sea un funcionario público, ellos sufrían mucho", explica en diálogo con el diario.
Según el ex Intendente, su gestión le dejó a Ushuaia "honradez" y los cimientos de la infraestructura de la ciudad. El radical recuerda que la relación intendente-interventor nacional era un inconveniente para los funcionarios locales. "Ellos (los interventores) eran un capricho presidencial y nosotros, los jefes comunales, éramos las niñas bonitas porque habíamos sido los verdaderos electos por el pueblo".
 
el diario: ¿Cuáles fueron sus primeras incursiones dentro de la política?
A.J.C.: Provengo de una familia radical. Mi abuelo fue intendente de Azul, provincia de Buenos Aires, en la época de Alem. Siempre fui un militante esporádico. Comencé a hacer política en el año 83, cuando ocupaba el cargo de Secretario de Salud Pública de Gobierno.

ed: ¿Qué lo impulsó a disputar esa intendencia?
A.J.C.: Llegué al territorio en 1979 cuando tenía 30 años y con mi especialidad en medicina. En ese entonces, la sociedad de Ushuaia me trató muy bien. Era joven, optimista y me atraparon las ganas de hacer cosas para la ciudad. Quise retribuir mi éxito personal y trabajar para la gente. Primero me dediqué a la política de salud y luego a la política, de cara a la intendencia.

ed: ¿A poco de haber comenzado la democracia, cómo se vivieron esas elecciones?
A.J.C.: A pesar de que Ushuaia era más chica que  lo que es ahora, se vivía todo con mucha euforia. Creo que había muchas más expectativas que ahora. La democracia asentada y la conocida dirigencia política hacen que hoy en día las expectativas sean inferiores.

ed: ¿Cuáles fueron las necesidades de la ciudad durante su intendencia?
A.J.C.: Teníamos las mismas necesidades que ahora. Ushuaia siempre fue una ciudad en crecimiento. En aquel entonces teníamos un crecimiento demográfico explosivo. La demanda de servicios e infraestructura era constante. Hacía muy pocos años que se había puesto en marcha la ley 19.640 de promoción industrial, lo que produjo una demanda de mano de obra muy importante. Todo este movimiento generó muchos programas a nivel municipal. 
 
ed: ¿Cómo era la relación intendente-interventor nacional?
A.J.C.: Difícil. La relación con los interventores siempre fue un problema que tuvimos los funcionarios de aquella época. Ellos eran un capricho presidencial. Y nosotros, los jefes comunales, éramos las niñas bonitas, porque habíamos sido los verdaderos electos por el pueblo. Con estas diferencias se generaba una situación que había que manejar.

ed: ¿Qué le dejó su intendencia a la ciudad?
A.J.C.: Infraestructura. Hicimos un gran esfuerzo en dejar una ciudad mejor de como la encontramos.  Mi honradez está manifiesta en estos últimos años. Soy uno de los pocos políticos que continúan viviendo en Ushuaia, que trabaja acá y que la gente quiere.

ed: ¿Por qué se retiró de la política?
A.J.C.: Mis hijos no estaban preparados para que el padre sea el intendente. Sufrieron mucho. Siempre digo que la familia del político se transforma en los convidados de piedra, porque son ellos los que pagan el precio de todo.
Me considero un hombre de gobierno antes que un hombre de política. No me interesaría ser legislador, yo soy más ambicioso. Si tuviera que elegir un cargo preferiría la gobernación.