Acuicultores de Almanza: solos en el mar
Acuicultures de Almanza

Acuicultores de Almanza: solos en el mar

18/03/2010
Un grupo de productores acuicultores de Tierra del Fuego aún se ilusiona con que en el sector costero de Almanza del Canal Beagle se pueda desarrollar a gran escala el cultivo y la cría de mariscos, en el que, ellos mismos aseguran, es el principal espejo de agua del País en esa materia.
Cuando uno los ve y habla con ellos, se da cuenta de que los mueve su propia terquedad y las ganas de que un día "la cosa funcione". Ninguno tiene secretaria, ni oficinas con intercomunicadores, ni sedes administrativas, pero les sobra la voluntad y entusiasmo.
La semana pasada, después de varias invitaciones que nos había hecho la gente compone Valdés SRL, recorrimos el sector, incursionamos en una actividad poco conocida para los fueguinos y pudimos dimensionar el potencial industrial de un recurso genuino, del cual el Estado le ha dedicado muy poco tiempo y le ha prestado escaso apoyo.

Agua sí, tierra no

La gente de Valdés SRL arrancó en 2003, motivada por la gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti, quien le otorgó un espejo de agua de 400 metros cuadrados. Y entusiasmados por el horizonte que les proyectaba el propio gobierno, viajaron a España. Y en Galicia y el País Vasco, hicieron contactos, entablaron vínculos con los productores ibéricos, se especializaron nutriéndose de toda la información que necesitaban y compraron 2 contenedores de material para la puesta en marcha el proyecto.
Pero el mismo gobierno que le otorgó el área de producción, no supo resolver la necesidad que ellos tenían de un espacio de tierra en Almanza, como apoyo logístico al proyecto y para montar la planta. Por lo que anduvieron deambulando con los 2 contenedores, hasta que compraron unas mejores como a 10 kilómetros al oeste y ahí hicieron base, construyendo un galpón en medio caño, donde almacenan cuerdas, grampas, redes e hilos biodegradables, las maquinarias españolas que separan y distribuyen al marisco en las cuerdas, las que separan la pulpa de las valvas de la concha, cuando el producto ya tiene la medida y peso necesario para su extracción, y los botes.
Ahí también armaron las bateas. Unos grandes enrejados rectangulares de vigas de madera, que anclados a unos 300 metros de la costa; sobresalen del agua y sostienen las 500 cuerdas de 12 metros donde se aferran los mariscos. Para que flotaran las bateas, hacía falta unas grandes boyas de alta resistencia y como no había en el mercado, compraron maquinas especiales en Holanda, las chapas de acero y ellos mismos comenzaron a fabricarlas.

Las luces y sombras de la política

Durante los primeros meses de gobierno de la gestión del Frente de Unidad Provincial (FUP) de Colazo–Cóccaro parecía que los escollos que se habían presentado con anterioridad se resolverían con mayor celeridad. Durante el verano de 2004, el propio Gobernador Colazo fue quien visitó Almanza y ordenó ahí mismo, la instalación de un generador diesel para resolver la falta de energía que los productores necesitaban para el trabajo de las plantas y el mantenimiento de las cámaras de frío.
Meses después desde el Ministerio de Economía se organizaba un evento productivo en la doble mano de la avenida Maipú, que puso por primera vez en el escenario y a la vista de la ciudad, a los acuicultores de Almanza. Pero hasta ahí llegó todo. Las peleas del binomio gubernamental del FUP desactivaron a poco andar, los compromisos de regularización de tierras y acompañamiento para la apertura de mercados, por lo que las primeras producciones de mariscos fueron comercializadas de manera interna.
Así llegaron a la gestión arista de Fabiana Ríos, a quienes vieron como una gobernadora con decisión, y que el año pasado dicen que les dijo, en una visita que hizo a Almanza: "No me pidan plata. Gestión Sí". Por lo que ellos, que habían rechazado las ofertas de créditos CRECE de la anterior gestión, sintieron que era el momento para comenzar a transitar el proceso productivo que habían imaginado en 2003.

Burocracia e incomunicación: la peor toxina

Lo repitieron varias veces y es bueno destacar el objetivo que se plantean: "para poder exportar es necesario generar volumen". Por eso construyeron una segunda batea, una tercera y una cuarta, para reunir en la actualidad, algo más del 70 por ciento del cultivo que se desarrolla en el sector. Esto se traduce en unas 200 toneladas de mejillón premiun, de la que se puede extraer, por cada kilo; 250 gramos de pulpa. Asegurando que ello es 2 veces el rinde promedio de lo que posee España.
Cuando todo parece que estar con buen viento, la burocracia y la falta de interés vuelve a frustrar el avance y pone el peligro a un mejillón que está próximo a los 3 años. El que al estar en esa edad, necesariamente debe ser sacado del agua y elaborado, dado que de otra manera se desprenderá por su propio peso de las cuerdas que los sostienen, y se iría al fondo del canal sin poder ser capturado.
La situación que se genera por la Marea Roja no es nueva. La existencia de la toxina que genera la contaminación, impide de hecho la extracción del mejillón para el consumo humano. Sin embargo, la falta de una comunicación aceitada de parte de los organismos de gobierno, en cuanto al seguimiento y la proyección respecto a la permanencia de esa situación, y de un trabajo conjunto con los acuicultores en ir observando y transmitiendo las curvas evolutivas de la marea roja, ponen a los productores en un estado de desconcierto respecto a las posibilidades extractivas del futuro inmediato. "Si pudiéramos saber las curvas de crecimiento y depresión de la marea roja, podríamos programas cuando sacar la producción del agua", indican en primera instancia. Pero como afirman que saben "poco y nada" sobre el ciclo de la toxina, desconfían de los datos que les dan.
"Creemos que los que nos dicen está manipulado, porque todo es transmitido verbalmente. Sabemos que en enero se quedaron sin ratas de laboratorio para efectuar los análisis de toxicidad", manifiestan casi con resignación.
Mientras tanto en las aguas del Canal, duermen 200 toneladas de mejillones de alta calidad de las que aseguran que sin procesar, hoy tienen un valor de 4 pesos el kilo. Lo que significa, como base, algo así como 800 mil pesos.

Un Estado lento y falto de recursos pelea su propia batalla

En la otra punta, desde la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente de la Provincia, admiten –en parte– la falta de comunicación y en la lentitud que la propia área ha tenido históricamente en dar respuesta para lograr que los productores se sientan acompañados y contenidos, en cuanto al desarrollo de una industria que el Estado impulsó y después abandonó. Aunque se defienden indicando que parte del problema se genera porque los acuicultores no tienen paciencia, persistencia y metodología.
Niegan que exista una manipulación en cuanto a los parámetros de toxicidad y que no se efectúen los análisis. Y aseguran –con documentación en mano–, que por primera vez se ha logrado el envío regular de muestras de agua al SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimenticia), con lo que el organismo les adelantó que extenderá la certificación de reconocimiento de alta calidad, por lo cual se obtendría la calificación para que la producción fueguina pueda ingresar a la comunidad económica europea.
Sin embargo, lo que las autoridades le transmiten a la prensa, es desconocido por los acuicultures, lo que marca otra falencia comunicacional del propio Estado.
A favor de la Gestión que encabeza el licenciado Nicolás Lucas, es ponderable la sinceridad, el reconocimiento en cuanto a la falta de recursos que tiene la Secretaria y en manifestar que apostará el desarrollo de los proyectos, más allá de los problemas dominiales de tierras que chocan con otras áreas del gobierno.
En el medio, queda pendiente lo que el propio Estado observa, expone y aún no revierte, para mejorar las condiciones de industrialización de un recurso genuino: la falta de madurez y desarrollo empresarial, el mejoramiento de un laboratorio con nuevo equipamiento y una nueva estrategia de dialogo organización, hasta hoy pocas veces presente.