N
icolás J. LucasSecretario de Desarrollo Sustentable y Ambiente de Tierra del Fuego
He leído con interés la nota que EDFM publicara bajo el título "Acuicultores de Almanza: solos en el mar", y quisiera por este medio exponer brevemente el desarrollo de la política de la Provincia en materia de acuicultura y aclarar algunas aseveraciones vertidas en el citado artículo.
En primer lugar, creemos que fue un acierto haber impulsado el cultivo de mejillones en nuestra Provincia. La mitilicultura es una industria deseable para Tierra del Fuego desde el punto de vista ambiental, económico y social. Así, nuestra gestión ha sostenido lo que a esta altura es una política de Estado en nuestra provincia –pequeña, pero importante–, especialmente para el desarrollo futuro de la localidad de Puerto Almanza.
En segundo lugar, es importante señalar que si la mitilicultura ha atravesado cuatro gestiones gubernamentales es porque existieron productores que sostuvieron sus proyectos a lo largo del tiempo (y otros muchos que no), y en esa medida se ha demostrado persistencia. Pero es insoslayable que sobre esa base de productores persistentes no se ha construido un sector integrado, organizado, que permita impulsar las políticas sectoriales necesarias para su desarrollo sostenido. Ese es uno de los significados del "Solos en el Agua" con el que se titula la nota – la soledad es doble: falta integración sectorial, y falta más presencia Estatal, aunque más abajo disiento sobre esto último en alguna medida.
En tercer lugar, hay que señalar que la desconfianza de los productores respecto de los análisis sobre toxinas marinas es histórica. El suscripto recibió quejas en este sentido apenas asumido, y también las recibía mi antecesor. Es comprensible la desconfianza toda vez que cuando los resultados son adversos la actividad comercial se resiente. No obstante, los muestreos se realizan de manera ininterrumpida, los análisis se realizan correctamente, los resultados son públicos, y no hay ningún interés público en tergiversarlos. Pueden registrarse episodios puntuales que resultan en ineficiencias, pero son excepcionales y subsanables.
Aclarados estos puntos, creo que el fondo de la cuestión se puede sintetizar así: ¿Bajo qué condiciones puede prosperar la mitilicultura en la Provincia? En nuestra opinión, las condiciones son cuatro, y en cada una venimos impulsando acciones.
Por un lado, la seguridad jurídica: de los derechos sobre los espejos de agua y, en algunos casos, sobre la tierra necesaria para los emprendimientos. Los mitilicultores cuentan con permisos debidamente concedidos, al día, y renovados a lo largo de los años, así como otros permisos han sido dados de baja por inactividad, lo cual también hace a la seguridad jurídica del conjunto. Donde existe un grado de inseguridad es en lo relativo al derecho sobre la tierra. Sin ánimo de justificar demoras que no son aceptables, no se puede ignorar que la cuestión de la concesión de la tierra es más delicada y de trámite más complejo.
La segunda condición es el sostenimiento del status sanitario y de los mecanismos de fiscalización. Esta condición depende de la presencia Estatal en Almanza y del buen funcionamiento del laboratorio. La presencia en Almanza está garantizada desde hace varios años, en una delegación del área ubicada en aquella localidad dotada de personal y equipamiento, y con visitas regulares a lo largo de la semana. El equipamiento a veces no es suficiente o se deteriora y su reparación toma tiempo, pero en ningún caso existe una situación de abandono o "soledad" en Almanza.
En cuanto al laboratorio, las tareas se mantienen de manera rutinaria desde hace ya algunos años, sin perjuicio de episodios puntuales que eventualmente afectan el servicio. Recientemente, se ha dotado al laboratorio de equipamiento y personal, se han encarado refacciones, incluyendo la construcción de un bioterio y, fundamentalmente, se ha tomado la decisión de convertirlo en un laboratorio ambiental, con un espectro más amplio de servicios. La gran asignatura pendiente en esta materia es lograr las distintas acreditaciones del Senasa, problema común a todos los laboratorios de la Patagonia.
La tercera condición es la apertura y sostenimiento de mercados para los productos. Esto depende de la seguridad jurídica y del status sanitario, pero también de la capacidad de los particulares de negociar condiciones y sostener los contratos en el tiempo. A lo largo de los años el Estado impulsó distintas acciones de promoción, pero aún no ha logrado establecerse una política sostenida en el tiempo. Es por ello que hemos incluido al sector en el programa financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo para la competitividad de las cadenas de valor del sector primario, permitiéndonos en los próximos años realizar misiones comerciales, estudios de costos, capacitaciones varias y certificación de calidad, entre otras.
La cuarta condición es la calidad ambiental. Éste es un factor de competitividad clave para la industria, y los mercados de más alto valor para nuestros productos así exigen. Para ello, desde hace años se busca una certificación de la calidad de las aguas de Almanza por parte de Senasa, y logramos en diciembre pasado un informe de auditoría de esa institución recomendando que se otorgue la categoría A – hecho de gran trascendencia para el sector.
A veces parecemos condenados como sociedad y como Estado a perseguir la realidad en lugar de moldearla, y a atender la emergencia en lugar de implementar programas sostenidos. No existe tal condena. Lo que hay es un retraso en el desarrollo, fuerte pero reversible. Y para revertirlo es necesario un trabajo colectivo metódico, es decir, enmarcado en una política pública debidamente planificada; persistencia en la implementación de esos planes; y paciencia para ver los frutos del esfuerzo. Con esos principios, estamos abocados a las tareas arriba indicadas.