Un libro de Sergio Salvatore

“Los compañeros, crónica y debate de la cooperativa Renacer”

19/01/2011
A
sí se titula el texto que relata la historia del resurgimiento de la planta de ex Aurora Grundig en manos de los propios trabajadores. La obra fue desarrollada con la visión interna del especialista en economía y asesor de la Corriente Clasista Combativa, Sergio Salvatore, quien desempeñó un rol principal aunque de perfil bajo, como intelectual entre las discusiones de los obreros y como analista de finanzas en las diferentes etapas.
El libro, editado por Agora en junio de 2010, destaca la formación de la primera fábrica autogestiva de la Argentina, la participación de las cuatro gestiones provinciales que intervinieron con dispar posicionamiento, el desmanejo de fondos en administraciones fraudulentas que traicionaron a los trabajadores para luego desaparecer sus dirigentes, y el proceso que llevó a la expropiación de las plantas de la empresa en Ushuaia, hecho de características sin precedentes en el mundo contemporáneo.
Con el conocimiento cotidiano de incluso haber vivido durante años dentro de uno de los edificios de producción, Salvatore aborda el contexto que dio inicio a la industria en Tierra del Fuego, los dilemas ideológicos que influyeron en el curso de los acontecimientos y la situación actual de la causa Renacer.
Polémicas visitas de funcionarios nacionales a mediados de los 90, la paulatina concientización de los obreros, el esfuerzo de la Comisión de Lucha, el rol de las mujeres, la carpa que se realizó durante casi 3 años frente a la fábrica como metodología para controlar que no se vaciara del todo la planta, y la mitología surgida entre los pasillos de la fábrica, son algunas de los temas recorridos con minuciosa precisión mediante entrevistas y evaluaciones imprescindibles para quien busque comprender lo sucedido hasta la actualidad.
La primera parte del libro refleja los cuestionamientos a la administración mixta efectuada en un comienzo, después de la quiebra de la compañía privada, con representación de la Unión Obrera Metalúrgica y los gobiernos provincial y nacional. “Aurora cedió a los obreros las instalaciones y las maquinas, así como un kit para fabricar 30.000 televisores, que se otorgarían a cuenta de las indemnizaciones –dice el autor–. El gobierno de Estabillo, a su vez, aportó 1.500.000 de pesos, y adicionalmente el ANSES pagó en efectivo y en una sola cuota el total del fondo de desempleo, que representaba 1.800.00 pesos adicionales. También había en la empresa insumos para fabricar videograbadoras, videocaseteras, etc. Con ese capital se constituyó lo que sería la primera empresa autogestionada, Metalúrgica Renacer SA, con 502 trabajadores. En el camino habían quedado quinientos trabajadores de los cuales una parte había llegado a un acuerdo indemnizatorio con la empresa, otros no confiaban en Marcelo Sosa (referente gremial) y la gente que lo rodeaba y buscaron otros trabajos, y se presume que una parte volvió a sus lugares de origen”.
Con relación al escándalo de corrupción que terminó por expulsar a los dirigentes involucrados, Salvatore comenta que se demostró que “el directorio había orquestado una verdadera estafa a los asociados y había provocado deliberadamente una situación de vaciamiento para provocar la quiebra de la empresa”. En este sentido expone que, en jornadas previas al reingreso de los trabajadores a la producción, “se les informa que se han percibido los bonos entregados por la AFIP (entonces DGI) correspondientes a los reintegros que se aplican sobre el valor de los insumos importados y luego incorporados al proceso productivo. Al solicitar los obreros una rendición de cuentas precisa sobre el ingreso del dinero, Sosa brinda una explicación sospechosa y contradictoria. Anuncia que la DGI “pretendía pagar $2.300.000, pero que se habían obtenido $4.800.00” mediante la intermediación de una gestora que se contrató para obtener una suma superior a la ofrecida y para que “agilizara” el trámite. Supuestamente, esa gestora habría cobrado por sus “servicios” el 25% de la diferencia entre la suma original y la finalmente obtenida, que ascendía nada menos que $620.000”. “Había errores muy groseros, muy evidentes, muchas anotaciones sin respaldo documental, documentación de honorarios por miles de dólares falsa, con firma apócrifa –continúa–. Se había demostrado que la AFIP había llegado a reintegrar impuestos por 6.600.000 dólares que no fueron registrados y que se los robaron a los trabajadores, al mismo tiempo que suspendían a la gente “por falta de trabajo” y ponían la fábrica en venta”, por cual se inició una querella por defraudación y estafa.
El escritor también se refiere en la obra a la legendaria carpa colocada frente a la planta, y sostiene que “el núcleo alrededor del cual la Comisión de Lucha organizó a los trabajadores a partir del 5 de marzo del 2001, que constituiría su símbolo y su principal herramienta de lucha, fue la instalación de la ya histórica carpa, frente a las instalaciones de la fábrica PL, que se mantendría durante casi tres años, mucho tiempo después que los obreros hubieron recuperado la dirección del Directorio y el control de las instalaciones fabriles”.
En otro fragmento, acerca de la postura de la administración estatal del justicialista Carlos Manfredotti y la disolución de un corte de ruta y piquete efectuado por la Comisión de Lucha a mediados del mes de junio de 2001, el autor de la crónica expresa que, luego de la intervención en la Ruta Nº3 sobre la entrada a la ciudad, “el gobierno festejaba con bombos y platillos, haber puesto un destacamento de la Gendarmería en pie de guerra con armamento y helicóptero incluidos, para reprimir... a 37 obreros desarmados, que manifestaban pacíficamente, cercados por el frío y el hambre, fantasmagórica parodia de un gobierno represor que jugó a la guerra contra un grupo de obreros inermes, pero que no vaciló en conspirar para destruir el proyecto fabril de los trabajadores y regalarle la empresa a grupos de especuladores advenedizos e insolventes, mientras se asociaba al proyecto menemista de destrucción de la industria y la soberanía nacional”.
Asimismo, el escritor fija la fecha de fundación de la cooperativa actual el 25 de mayo de 2003, cuando “alrededor de 250 obreros –poco más de la mitad de los que habían organizado siete años antes Metalúrgica Renacer SA–, resuelven constituir una cooperativa de trabajo con el nombre de “Cooperativa de Trabajo Renacer ex Aurora Ushuaia Ltda., o, simplemente, Cooperativa renacer”.
Salvatore resalta que la expropiación planteada posteriormente, con la contradictoria oposición en ese momento del gobierno del FUP y de sus líderes políticos Jorge Colazo y Hugo Cóccaro, a pesar del acompañamiento previo de esta alianza radical y peronista, “tendría como objeto la adjudicación en donación de los bienes a los obreros”. Hecho que trajo aparejado “dos consecuencias extremadamente originales, únicas en la historia del movimiento obrero mundial”. Por un lado, que “a diferencia de otras fábricas recuperadas, los obreros de Renacer no deberían pagar ninguna suma, ni en concepto de canon por la utilización de los bienes, ni en concepto de pago por las instalaciones y máquinas, y los bienes le serían adjudicados en propiedad; y por otra parte que la entrega de la fábrica a los obreros que “defendían su fuente de trabajo sería considerado un acto de “utilidad pública”, tal cual reza el art. 17 de la Constitución”.
Respecto de la sentencia judicial del 10 de diciembre de 2007, firmada por el juez de la quiebra de Electrodomésticos Aurora, el especialista explica que acepta “la oferta indemnizatoria que perfecciona la expropiación de la fábrica y su donación en propiedad a los obreros de la Cooperativa Renacer de Ushuaia”; y advierte que “en un fallo que no registra precedentes en el mundo moderno, el Dr. (Eduardo) Malde reconoció el justo derecho de los obreros de Renacer a hacerse cargo de la fábrica”.
“Los fundamentos de la sentencia constituyen una decidida defensa de la industria nacional y reivindican “el significado social de la palabra propiedad” de nuestros medios de producción ante la “claudicación” de los propietarios privados e incluso la flagrante inacción de la justicia”, indica Sergio Salvatore en su publicación denominada “Los compañeros, crónica y debate. La experiencia autogestiva de los obreros de Renacer”.

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