Investigación del CADIC–CONICET sobre estas aves marinas que habitan el Canal Beagle
U
na investigación llevada a cabo por un equipo liderado por Andrea Raya Rey, investigadora del CADIC-CONICET, dio como resultado que los viajes que emprenden los pingüinos son siempre en la misma dirección, a una distancia de entre 8 y 34 kilómetros, permanecen en el mar de 9 a 29 horas y pasan la mayor parte del tiempo 15 Km al este de la colonia.
A pesar de tener una distribución relativamente extensa a lo largo de la costa sudamericana, los pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) presentan distinto comportamiento a la hora de alimentarse, según sea la oferta de alimento en el mar circundante a cada colonia.
Raya Rey y colaboradores determinaron que cada viaje se compone de tres fases, según la trayectoria y la velocidad: “tránsito”, “central” –donde tiene lugar el mayor esfuerzo para obtener el alimento– y “regreso”. El movimiento de los pingüinos era casi recto en las fases de tránsito y regreso, pero en marcado zig–zag en la fase central. También observaron que en algunos casos se alimentaban durante la fase de tránsito, pero nunca durante el regreso. En cuanto a la profundidad alcanzada, el estudio muestra que está relacionada con el “estrato” en el que se encuentra su principal presa, la sardina fueguina, cuyos cardúmenes suelen concentrarse entre los 20 y 70 m de profundidad durante el día y entre 5 y 10 metros durante la noche.
Un tercio de los casos mostró que sale a alimentarse durante la noche, aunque en el verano a los casi 55º Sur de latitud, ésta tiene una duración extremadamente corta. “Lo más notable al respecto”, sostiene la investigadora, “es que en todos los casos, la fase central coincidía con la pleamar, cuando ya habían aprovechado el flujo de la bajamar para comenzar el viaje. No sólo los pingüinos aprovechan las mareas para ahorrar energía en su desplazamiento, sino que parecería además que las aves buceadoras capturan de modo más eficiente su alimento durante la pleamar– cuando los cardúmenes de sardinas, su alimento principal, están más concentrados en el lecho del Canal Beagle.”
Las propiedades físicas y biológicas del océano, tales como la profundidad, la estructura hidrológica, el tipo de sustrato del fondo marino y las corrientes de mareas regulan la disponibilidad de las presas que constituyen su alimento. Particularmente, esta última propiedad es de gran interés para el estudio de los pingüinos de Magallanes de la Isla Martillo, ubicada a unos 40 km al este de Ushuaia, en el canal Beagle, Tierra del Fuego, donde se encuentra la colonia de esta especie más cercana a esa ciudad.
Durante la temporada de reproducción y muda del plumaje, entre noviembre y marzo, los individuos que están en condiciones de internarse en el mar (los que están cambiando sus plumas no pueden hacerlo mientras dura el proceso) suelen alimentarse diariamente en las zonas cercanas a la costa, donde el efecto de las mareas es más notable.
A diferencia de otras colonias de pingüinos de la misma especie, los de Isla Martillo no buscan su alimento en aguas abiertas, sino que lo hacen en una zona “restringida” como es el Canal Beagle. Este paso interoceánico de unos 5 km de ancho en promedio presenta una serie de diferencias con respecto a las aguas abiertas que encuentran los pingüinos en otras colonias, como por ejemplo, la que concentra la mayor cantidad de pingüinos de Magallanes en Punta Tombo, provincia de Chubut. Las corrientes y las mareas funcionan de una manera muy distinta y, en consecuencia, los organismos que constituyen la dieta de los pingüinos se concentran de modos diferentes.
En el caso de los pingüinos de Magallanes de la Isla Martillo, los autores afirman que además las mareas los ayudan a llegar más rápidamente al sitio donde se concentra el alimento, optimizando así el uso de energía necesaria para obtenerlo. “Esta es una de las “reglas de oro” en la naturaleza: la obtención de alimento con la menor inversión de energía posible, lo cual se vuelve aún más importante cuando el pingüino que sale a alimentarse debe traer, además, alimento para su cría”, sostiene Raya Rey.