Opinión – por Guillermo Worman

La calma política; la furia electoral

22/06/2014
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or Guillermo Worman (especial para El diario del Fin del Mundo)

Existe un alto grado de probabilidad de que el domingo 28 de junio de 2015 se concreten las elecciones generales en Tierra del Fuego. Allí se renovaría integralmente la legislatura, el binomio del Ejecutivo Provincial, la totalidad de los cargos electivos en Río Grande y Tolhuin. Será una incógnita hasta el año próximo el día de los comicios en Ushuaia. Todo dependerá de las especulaciones electorales que se hagan.
Las fechas surgen de las ideas que se están barajando para la realización de las primarias PASO y las elecciones nacionales del año próximo. Como el sistema electoral fueguino sigue inalterable, todo indica que la única novedad institucional será el voto voluntario de jóvenes entre 16 y 18 años. Ni boleta única, ni urna electrónica, ni revisión del porcentaje de las tachas. Sin revisión alguna, el proceso implica primera vuelta con opción al ballotage sino aparece un ganador concluyente al momento de abrir y contar las urnas.
A pesar de las fechas, la política transita un lánguida calma pese a la cuantiosa cantidad de conflictos que se arrastran desde hace años y no se resuelven. ¿No se va a reformar el sistema jubilatorio público estatal hasta la siguiente gestión, desactivando los sistemas escandalosos de privilegios? ¿Los entes y organismos prestadores de servicios públicos (DPE, DPOSS, IPV) continuarán con su misma operatoria deficitaria? ¿Seguiremos sin leyes fundamentales, como la de agua y educación? ¿Nunca se definirá un plan de profesionalización del Estado, con perfiles y capacidades a incorporar dentro de las cuatro jurisdicciones que tiene la Provincia? ¿El Fiscal de Estado y los tribunos de cuentas seguirán siendo eternos? ¿Los jueces se seguirán eligiendo con menos exigencias y claridad que el resto de los integrantes del Poder Judicial fueguino ( sí hay concursos para ser oficiales y secretarios de diverso grado) ¿Ushuaia implosionará dentro de su actual ejido urbano, o es tiempo de revisar sus dimensiones urbanas? ¿Los mismos edificios para los hospitales públicos de Ushuaia y Río Grande desde hace, por lo menos, veinte años? ¿El mismo muelle para un puerto en donde atracan cada vez más barcos comerciales y turísticos? ¿Seguirán duplicadas áreas en Gobierno y Municipios (deportes, cultura, tercera edad, desarrollo social, etc)? ¿Se seguirá de rodillas, prendiendo velas a la continuidad de la 19.640?
Hemos tenido poca o escasa política en los últimos años. Ha sido una calma sin deliberación, vacía de iniciativas, que no ha producido buenos efectos, y los problemas que teníamos siguen aun más grandes que hace siete años atrás.
Pero no todo el panorama es así. Hay una furia electoral, a modo de vorágine, que motoriza acuerdos, denuncias, artimañas, chicanas y todo elemento y condimento posible para avanzar en el plano que termina en la administración del poder público provincial. El objetivo es llegar: ganar las elecciones.
Así, por ejemplo, la Legislatura desborda de definiciones electorales, pero no decisiones políticas. Los concejos deliberantes, que eran la cuna de creación política hace algunos años, se han retraído a espacios de muy baja deliberación e invención política.
En el medio de esta furia por conquistar las próximas elecciones se está dejando de lado el accionar político para solucionar problemas estructurales, se postergan definiciones centrales para reposicionar a Tierra del Fuego desde el punto de vista de su desarrollo local y los sueldos públicos junto con la cantidad de automotores nuevos patentados son las dos únicas variables que no frenan en su envión constante.
Pero las elecciones son una herramienta y no el fin en sí mismo. Entre una elección y otra no hay solo acuerdos y trenzas sino, por el contrario, debe haber mucha acción política. Política en un sentido amplio, de debate, confrontación, consensos, rupturas, ideas nuevas, planes de gobierno y de desarrollo. Política en el sentido de la gestión de lo público y de la actualización de los roles sociales que debe abordar el Estado.
Mientras que la política vive una larga y compleja calma, sin embargo, la furia electoral empieza a alcanzar sus primeros picos de crecimiento. Es que, sin duda alguna, el 2015 nos encontrará, de seguir esto así, más ocupados por ver con quién cerrar acuerdos que atentos a resolver dificultades que se van poniendo cada vez más complejas.
Algunas vez entenderemos que las oportunidades no son una variable permanente, y razonaremos que deben atenderse problemas que, a simple vista, resultan claramente evitables. Y cuando la política entre en ebullición para abordar los grandes temas de Tierra del Fuego, todas estas líneas habrán perdido sentido.
Será lo mejor que nos pueda pasar.

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