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or Alejandro Rojo Vivot
Los procesos electorales generan todo tipo de cuestiones, bien lo sabemos, aunque la democracia va avanzando en procurar mejorar la transparencia y la idoneidad en su realización. El humor se ha ocupado de colocar negro sobre blanco con particular inteligencia. El humor popular ha hecho lo propio, con gran desarrollo de lo picaresco tal como algunas novelas españolas que lo cultivaron con maestría.
El tango y la milonga incluyeron a las elecciones, mediante el oficio de magistrales plumas. Los ejemplos son muchos, veamos algunos.
* “He sido la flor del mal, /el tenorio del facón, /el que ganó la elección /cuando el caudillo imperaba /y el malevaje buscaba /para usarlo de escalón. (…) El comisario sagaz me tuvo por un aliado, /fue mi tutor obligado/ en el barrio, el Juez de Paz”. Oro viejo. Celedonio Esteban Flores (1896-1947).
* “Fiel como un perro al caudillo/ Servía en las elecciones. /Padeció la ingratitud, /la pobreza y las prisiones”. Milonga de Juan Muraña. Jorge Luis Borges.
* “En el barrio de San Telmo yo soy/ Picaflor afortunao en amor/ Un punto bravo pa’l chamuuyo floreao/ Buen amigo en cualquier ocasión/ Caudillo firme de jugado valor/ Pa’ copar una parada/ Y afirmar mi bien probada/ Lealtad con el doctor/ Calá este varón/ Cuando con un gesto/ Mando en el resto/ Pa’ ganar una elección”. El entrerriano. Letra de Julián Porteño (expertos debaten sobre su autoría). Música de Rosendo Mendizábal.
* “Dicen que un caudillo lo pudo acomodar./ La va que fue ladero de puntos remanyados/ y en el refiche lungo del turbio chimentar”. Carón junao. Letra: Carlos Waiss, música: Juan D`Arienzo.
* “El pueblito estaba lleno de personas forasteras,/ los caudillos desplegaban lo más rudo de su acción/ arengando a los paisanos a ganar las elecciones/ por la plata, por la tumba, por el voto o el facón./ Y al instante que cruzaban desfilando los contrarios/ un paisano grito: ʻViva!ʼ, y al caudillo mencionó.../ Y los otros respondieron sepultando sus puñales/ en el cuerpo valeroso del paisano que gritó./ Un viejito lentamente se quitó el sombrero negro,/ estiró las piernas tibias del paisano que cayó,/ lo besó con toda su alma, puso un Cristo entre sus dedos/ y goteando lagrimones entre dientes murmuro:/ ʻPobre m`hijo, quien diría que por noble y por valiente/ pagaría con su vida el sostén de una opinión!/ Por no hacerme caso, m`hijo, se lo dije tantas veces/ no haga juicio a los discursos del dotor ni del patrón”. Dios te salve, mʹhijo. Letra: Luis Acosta García, música Agustín Magaldi (1930).
* “¡Que viva el doctor!/ Viejo caudillo,/ tu país ya caducó./ Tus sueños clausurados/ como el viejo comité,/ no tienen otro espacio,/ más que un cuadro en la pared,/ retrato de voto incierto/ y de promesas mentidas”. Réquiem para un caudillo. Letra: Miguel Ángel Pedro Jubany, música: Domingo Federico (1938).
Fueron otras épocas y otras elecciones: fraude, compra de voluntades con dinero de lo contribuyentes, votos de fallecidos y de otras jurisdicciones, venales empleados públicos jerarquizados, promesas incumplibles, agresiones, violencia, etcétera; fueron otras épocas.