ste día, una comisión policial, luego de fracasar en el intento de captura de los bandoleros liderados por la inglesa Elena Greenhill, remite un telegrama al juez letrado de Río Negro, para informar de lo sucedido:
“En comunidad con una comisión venida de Chubut en persecución de Elena Greenhill, Martín Coria, Jacinto Rodríguez, Timoteo Medina y Norberto Rosales, acusados del robo de 2.500 lanares, se trasladó acompañando comisión al domicilio de Coria. Fuimos agredidos por disparos de armas de fuego antes de llegar al domicilio de Coria a una distancia de 150 metros más o menos. No conseguimos detener a los delincuentes debido al poco armamento, proyectiles y personal de ambas comisiones a que éstos nos superaban en cantidad de armamentos por poseer winchester” (Elías Chucair. La inglesa bandolera).
El incidente sucedió en la localidad de Montoniló, donde los bandoleros se refugiaban luego de cometer sus delitos en territorio chubutense.
La Inglesa comenzó su carrera delictiva con la misteriosa desaparición de su esposo Manuel de la Cruz Astete, en 1904. Astete se dedicaba al contrabando de hacienda a través de la frontera. Su cadáver apareció tiempo después, con evidencias de haber sido golpeado con palos y piedras y las sospechas se centraron en la viuda, que fue detenida junto al peón que la acompañaba. Pero, logró ser liberada por la acción de Coria, quien actuó como su abogado. Luego se convertiría en su segundo marido. Como dato curioso, el testigo de la boda fue un comisario.
La Greenhill se caracterizaba por contar con una asombrosa puntería con las armas y carecer de escrúpulos en sus acciones delictivas. La experiencia aquilatada con su ex marido la introdujo en el negocio del tráfico de ganado hacia Chile. Por lo general los animales eran robados o comprados sin ser pagados. Cuando el vendedor acudía a reclamar por sus acreencias, era recibido a los tiros y desistía de la petición.
Las andanzas de La Inglesa y su banda continuaron hasta abril de 1915, cuando una partida policial le tiende una emboscada en Gan Gan, Chubut, y es acribillada sin darle tiempo a reaccionar. “Dicen que cuando La Inglesa levantó el brazo para tirar, ya la habían madrugado y cayó del caballo gravemente herida. Después le dieron unos tiros de gracia en el suelo, cuando estaba boca abajo” (op. cit.). Tenía 42 años.