ste día, una expedición del Instituto Smithsoniano encuentra el meteorito ALH84001, bautizado así por el área antártica donde fue hallado: la región de Allan Hills. Se trata de una diogenita de color marrón oscuro y 1,931 kilogramos de peso.
Hasta 2008 se habían encontrado 57 meteoritos provenientes de Marte.
El ALH84001 estaba “compuesto básicamente por el silicato mineral ortopiroxina, con inclusiones de vidrios feldespáticos, olivina y fases de carbonatos y filosilicatos”. Se cree que “fue arrancado de la superficie de Marte hace 16 millones de años, y llegó a la Tierra hace 13.000 años, cayendo en la Antártida. Recogido en 1984, no fue hasta 1996 cuando el equipo del doctor McKay propuso por primera vez que podría contener restos de actividad biológica” (Alberto González Fairén, www.infoastro.com).
La hipótesis se planteó en base al descubrimiento de glóbulos de carbonato en el interior del meteorito, constituidos cuando aún formaba parte de la litosfera de Marte, por infiltración de agua líquida rica en CO2 en las fracturas de la roca (…) No obstante, lo que parecía corroborar definitivamente la existencia de una biosfera en Marte al principio de su historia, fue el descubrimiento de ciertas estructuras microscópicas tubulares en el interior de los glóbulos, que presentaban grandes similitudes morfológicas con algunos grupos bacterianos terrestres muy antiguos”.
Restaba asegurar que procedía de Marte. Existen estudios que concluyeron que “las cadenas de magnetita están protegidas por cristales de plagioclasa que recubren muchos glóbulos de los carbonatos y los aíslan del medio”.
Este proceso requirió varias etapas: “hace 3.900 millones de años una suspensión rica en carbonatos y restos de cadenas de magnetita penetra las fisuras de la roca ígnea sobre la superficie de Marte”. Luego se produce la evaporación del medio líquido y la precipitación “de los carbonatos conjuntamente con cristales de magnetita y las cadenas compuestas del mismo mineral - supuestos restos de las magnetobacterias”. Más tarde, “la refusión y recristalización de los silicatos” permitió aislar “algunos de los carbonatos del medio externo” (op.cit.).
Esta secuencia de acontecimientos explicaría la presencia de “restos de las bacterias magnetotácticas” en el interior de la roca aislada en la Antártida. Pero aún quedan muchas preguntas por responder.