ste día, fallece José Sixto Álvarez, más conocido como “Fray Mocho”. Quien escribió sobre la zona austral sin haber estado nunca en ella.
Luego de haber pasado por varias redacciones, el escritor entrerriano ingresó al diario “La Nación”, donde además de sus crónicas publicó sus primeros textos literarios. Más tarde fue director de la revista “Caras y Caretas” donde su obra alcanzó popularidad.
“La implacable vía festiva de Fray Mocho ponía al descubierto las ínfulas rumbosas y el repertorio de modales amanerados. Denunciaba entre burlas y veras el remedo de los clanes pudientes por la clase media deslumbrada…” (Luis Emilio Soto. Historia de la Literatura Argentina).
Álvarez creó personajes como el compradito orillero y el aprovechador, que le sirvieron de voceros de sus críticas costumbristas y para retratar la sociedad porteña de fines del siglo XIX.
Pero, sus ironías no fueron bien recibidas por sus colegas que lo cuestionaron porque sólo exponía “la descripción de paisajes y personajes que había conocido”. Por eso, para desacreditar a sus censores, se propuso escribir sobre un tema surgido exclusivamente de su imaginación y publicó la novela de aventuras “Mar Austral”.
En este libro “abandona los gauchos y las escenas más exóticas se desarrollan entre aventureros, marginados, legión cosmopolita empujada por la fiebre del oro, por la miseria o por las ansias de lo desconocido”. Es como “un viaje al país de los matreros”, donde el relato se nutre de “movimiento, fuerza, calor, amenidad, destreza en los diálogos. Hay muy buena caracterización de tipos exóticos. Contiene datos sobre bestias y aves del lejano sud. Aparecen lobos marinos, tiburones, delfines, ballenas, albatros, avutardas, alciones, petreles, pingüinos e indígenas de la región: yaganes, alacalufes y onas. El abigarrado conjunto de seres que viven en el extremo austral de América. Entreteje a loberos, buscadores de oro, contrabandistas, mineros (…) Por sus páginas asoma Fray Mocho fabulista y surgen: la leyenda del huemul, del delfín, del avestruz, del guanaco… (Mario Pesagno Espora. Revista Karukinka N°12).
Su imaginación lo llevó a describir de esta manera la costa fueguina: “A pocas varas de la orilla comenzaba su reinado la selva fueguina cuya exuberancia, aún cuando parezca paradojal, dado el clima de la región (…) tiene gran semejanza con la más lujuriosa de los trópicos”.
