ste día, los Estados Unidos inician una campaña en la Antártida que se anuncia como prolongada y desarrollada bajo difíciles condiciones climáticas, con el propósito de poner a prueba a hombres y equipos.
El despliegue antártico fue denominado ‘Operación Highjump’ y estuvo al mando del almirante Richard Byrd y, el comando de la ‘Task Force 68’, a cargo del almirante Richard H. Cruzen. Byrd era un experimentado explorador, que desde 1928 realizó incursiones en el continente, sobrevoló el Polo Sur en reiteradas ocasiones y llegó a invernar en soledad en la Antártida.
Se trató de la mayor fuerza militar expedicionaria que piso ese continente y se desplegó desde las bases norteamericanas en el mar de Ross, divididos en tres grupos convergentes.
La ‘Task Force’ estaba compuesta por trece barcos, 4.700 hombres y numerosas aeronaves. La expedición estaba planeada y equipada para una duración de seis a ocho meses, se había desestimado la participación de observadores extranjeros y contaba con el concurso de un limitado número de científicos civiles, entre los que destacó el explorador y geógrafo Paul Siple.
El inédito operativo se concreta en el contexto de la recientemente iniciada Guerra Fría con la Unión Soviética. Pero despertó recelos especialmente en los gobiernos de Chile y Argentina, que sostienen reclamos de soberanía territorial en el cuadrante antártico sudamericano.
Además del declarado propósito de entrenamiento de personal y prueba de equipos militares en condiciones extremas, semejante operativo tenía implícito el interés estratégico de EE.UU. en detectar y asegurarse la disponibilidad de potenciales depósitos de uranio en el continente.
Los vastos recursos aéreos desplegados en la operación permitieron el relevamiento en tan solo dos semanas de más de quinientos mil kilómetros cuadrados a través de la toma de setenta mil aerofotografías.
La exploración incluyó el reconocimiento especial del área de los 'valles secos' cercanos a la barrera de hielos de Ross.
El operativo tuvo momentos críticos, como el soportado por el submarino ‘Sennet’ que sufrió serias abolladuras en su casco al chocar con un témpano y obligó a su retiro hacia Nueva Zelanda para ser reparado.
La magnitud del operativo y trascendidos sobre algunos de los verdaderos objetivos de la misión, alimentaron especulaciones por varias décadas sobre sus verdaderos fines.
