l diario Página 12 publica un suplemento sobre la Patagonia, dedicado a sus pueblos originarios, donde se brindan datos sobre las causas de la extinción de las etnias fueguinas.
“Las estimaciones sobre el número de nativos oscilan para los yámana de 2.000 a 6.000, los alacaluf de 1.000 a 2.000 y los selk´nam y haush de 1.500 a 2.000”. La población nativa fueguina antes de la radicación de forasteros sumaba de 4.500 a 10.000 individuos, alcanzando a ser la zona con mayor densidad humana de la región Patagónica. El repoblamiento fueguino recién pudo superar esa cifra a mediados del siglo XX.
La fuente del artículo fue el libro ‘Extinción indígena de la Patagonia’, de José Perich Slater. Este autor realizó una estimación de las causas de la abrupta disminución de la población originaria. Su punto de partida fue evaluar que, para 1843, los “Onas- haush” sumaban 1.500 individuos; los pueblos yámana y kawéskar alcanzaban a un millar, cada uno.
En el ítem “Exterminados por colonos, cazadores, ganaderos, oreros y militares”, los selknam – haush sufrieron 375 (25%) bajas, yámana 150 (15%) y kawéskar 100 (10%).
En el capítulo “Luchas intertribales”, la mortandad sumó 75 (5%), 50 (5%) y 50 (5%), respectivamente.
Causado por “enfermedades y epidemias”, se produjeron 750 (50%), 550 (55%) y 500 (50%) fallecimientos, respectivamente.
Perich Slater estimó que la “ruptura de vínculos procreativos”, había ocasionado la disminución de 150 (10%) selknam. En tanto, que la “desnutrición o vejez causó una cifra similar. Sin ofrecer datos para los otros dos pueblos.
Los “envenenamientos” ocasionaron un centenar de muertes (10%) y 150 (15%) “ahogados o desaparecidos” entre los yámana. En estos ítems, el autor no aportó registros para selknam – haush y kawéskar. Para este último pueblo, estimó en 300 (30%) las defunciones causadas por la reducción de individuos “bajo custodia chilena”.
Entre las matanzas enumeradas en el artículo, se mencionan “la de San Sebastián , en 1886, por efectivos comandados por Ramón Lista; la de Cabo Domingo, por empleados de los estancieros, y otras producidas por cazadores o buscadores de oro”.
También, se citó una frase de Virginia Choquintel, quien había afirmado que “hasta hace unos años, de las matanzas de indios no sabía nada. Tuve curiosidad por saber de los onas, he leído un libro, pero después lo cerré y no lo volví a abrir más, me ponía muy mal”.
