stábamos disfrutando del día de fiesta cuando llega al fuerte un hombre a caballo, galopando a rajacincha y casi sin aliento y lo primero que dice es ‘¡Gente, llegaron los indios!’ y ni terminamos de reaccionar cuando vemos aparecer a los nativos. Me atrevería a decir que el miedo y el terror se adueñaron de todos los corazones durante esos minutos y que hubo muchos suspiros y plegarias hacia lo Alto. Esto no es de extrañar (…) pues basta recordar que antes de irnos de Gales muchos habían tratado de asustarnos diciendo que los indios de la Patagonia eran el pueblo más salvaje sobre la faz de la tierra, que seguramente nos matarían y que posiblemente nos comerían pues eran caníbales de la peor clase”, recordó Richard Jones Glyn Du (Marcelo Gavirati. Chupat Camwy Patagonia).
Este primer encuentro del cacique Francisco y su familia con los galeses se produjo nueve meses después del arribo a Chubut.
Mientras los jinetes se acercaban al asentamiento galés, se produjo un breve debate sobre la actitud a adoptar, donde el pánico del grupo llevó a plantear acciones sangrientas y drásticas: “¿Cómo trataremos a estos indios? Eran una pregunta grave y no había tiempo para disquisiciones (…) Alguien sugirió la destrucción del grupo indígena, a fin de que el resto de la tribu no descubriera la existencia de la colonia. Esta propuesta halló el desprecio que merecía. Se sugirió otra solución, que fue aceptada. ‘Tratar a los indios como nos tratamos unos a otros, y aun extenderles, como hacemos con los niños, la indulgencia que se debe a la ignorancia’”.
Lo curioso es que también los tehuelches tenían sus prevenciones por ese contacto inicial, por esa razón, sólo enviaron a una pareja mayor al encuentro. La llegada de la pareja despejó las dudas de los colonos y los recibieron con cordialidad.
“Más allá del estupor inicial, las cavilaciones sobre cuál debería ser la conducta a seguir y las dificultades del idioma, los galeses brindaron su hospitalidad a la pareja, les ofrecieron comida y una cabaña en el pueblo para pasar la noche, la cual fue custodiada por cuatro guardias armados. Después de permanecer algunos días en el pueblo los dos indígenas volvieron a buscar el resto de la familia, que estaba acampada a cierta distancia y plantaron su toldo cerca de las modestas cabañas de los colonos”. El encuentro derivó en las primeras transacciones entre ellos (op.cit.).