ste día, el maquinista Félix Artuso, prisionero británico, es asesinado por un militar enemigo mientras era obligado a operar el submarino ‘ARA Santa Fe’, cerca de las Georgias del Sur.
El 19 de abril había zarpado de Mar del Plata. Su misión era “desembarcar a un grupo de infantes de marina como refuerzo al personal existente en la ex estación ballenera de Grytviken (…). Debía luego esconderse en alguna caleta alejada, en posición defensiva, a la espera de instrucciones. Tenía la orden expresa de no abrir fuego, a menos que la flota inglesa lo atacara primero” (Gretel Gaffoglio. Infobae, 28/7/2018).
Cumplido su objetivo, el ‘Santa Fe’ buscó un sitio donde protegerse. Pero fue detectado y atacado por un helicóptero inglés, que descargó dos bombas de profundidad que “sacudió a la nave, inhabilitó instrumental y les imposibilitó la inmersión”. Luego sufrió otro ataque.
A pesar del asedio y las averías, el navío logró retornar y amarrar en el muelle de Grytviken. La ofensiva británica “era muy superior en cantidad hombres, armamento, sofisticación y buques (...) Horas más tarde, para evitar un estrago, se ordenó la rendición y los hombres del Santa Fe cayeron prisioneros”.
“Los británicos consideraban altamente probable y peligroso que el submarino argentino generara una explosión: estaba averiado, cargaba torpedos y podría haber fugas de gases e hidrógeno. Obstruía, además, el único muelle que los ingleses creían operable en Grytviken, y necesitaban despejarlo para atracar sus buques”.
Los jefes agresores le exigieron al comandante que trasladara al submarino hacia otro muelle. Éste designó a Artuso y otros cinco hombres para alejar la nave. Los marinos argentinos eran custodiados por infantes británicos armados.
A medida que “el submarino comenzó a navegar empopado por las averías, también empezó a escorarse”. Uno de los custodios “entró en pánico y pensó que Artuso intentaba hundir al submarino. Sin mediar palabra, descargó su pistola Browning sobre el maquinista”.
Entre cuatro y seis tiros impactaron en el pecho y la cabeza del maquinista naval. En medio de un ataque de nervios, el inglés corrió a cubierta al grito de: "We are sinking!" (¡Nos estamos hundiendo!). Artuso había operado las válvulas correctamente y el Santa Fe restableció su flotabilidad.
Artuso es el único soldado argentino que permanece sepultado en Georgias.