Compadecen a fueguinos por falta de progreso y de un Dios
EL 9 DE NOVIEMBRE DE 1870

Compadecen a fueguinos por falta de progreso y de un Dios

09/11/2022
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lrededor de esta fecha, el obispo anglicano para Sud América, Waite H Stirling, escribe una carta a sus hijas donde se compadece de “la condición degradada y desdichada de los indios fueguinos. En todo sentido, están sin Dios en este mundo, hundidos en el más bajo estado que se conciba en la humanidad. Además su país y su clima no favorecen mucho los avances de la civilización” (Citado por Tomás Bridges. Los indios del último confín).
Stirling se había radicado en Ushuaia en enero del año anterior, “con la única compañía de algunos indios amigos, afrontando graves peligros”. Luego, había sido designado titular anglicano continental.
En su descripción es elogioso de la naturaleza fueguina: “Las montañas son grandiosas y las selvas y los valles, rodeados por el mar, son realmente hermosos, pero los recursos del país son pobres, la vida animal es escasa y las aguas son casi exclusivamente la fuente de alimento para la subsistencia humana, por lo menos para dos de las tribus de indios. Una tercera tribu puede ser considerada algo mejor, ya que ocupa la isla principal del archipiélago fueguino y encuentra precarios medios de vida por medio de la caza. Sin embargo, ninguno de los grupos indígenas tiene caballos u otros animales domésticos. Por supuestos, no estoy hablando de los pocos que pueden ser considerados más o menos civilizados por su residencia en Keppel (centro de operaciones anglicano en Malvinas para alcanzar influencia en Patagonia) o por el contacto con nuestra Misión en su propia tierra”.
En otro párrafo aporta una nueva arista crítica de los fueguinos: “las chozas de ellos son accesibles noche y día para cualquiera a quien se le ocurra entrar, que los nativos son una raza pedigüeña y ladrona, depredadora hasta los huesos”. No obstante, luego describe las virtudes que asimilaron con su prédica: “algunos de ellos poseen cabras y espero que pronto estarán en condiciones de mantenerse a sí mismos de una amanera civilizada (…) los cuidadores de mis almacenes cumplen fielmente su deber (…) los cajones de arroz y papas fueron dignamente preservados por mis amigos indios”
Stirling se contradice al reconocer que las mujeres “se complacen en proporcionarme pescado cuando ha estado a su alcance y que a menudo tarde en la noche y a veces con un clima frío y nevado, me eran traídos regalos de pescado a mi choza” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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