ste día, una división naval brasileña intenta penetrar por el río Negro, para atacar e invadir a Carmen de Patagones.
Su presencia se había hecho visible para los pobladores desde tres días antes, generando la preparación de la resistencia. El comandante Martín Lacarra tuvo a su cargo la organización de los elementos para la defensa.
La escuadra imperial brasileña estaba compuesta por cinco navíos, destacándose las goletas ‘Duquesa de Goyaz’, ‘Constanza’ e ‘Itaparica’. Los invasores cometieron “todos los errores estratégicos imaginables en su invasión tanto por tierra como en el mismo río Negro” (Rodolfo Cananor. Cronología Patagónica).
Esa misma mañana, “la infantería de negros del coronel Pereyra abrió fuego contra el bergantín ‘Escudeiro’ (Pedro Pesatti. Revista Cono Sur).
El 6 de marzo disponen el avance sobre Patagones. Las fuerzas del imperio portugués instalado en Brasil consiguieron penetrar por el río “a pesar del recio fuego de artillería de la batería instalada en la costa”. Pero, la goleta ‘Duquesa de Goyaz’ encalló al no poder sobrepasar la barra y fue destrozada por el oleaje.
“Alrededor de las dos de la mañana del 7 de marzo, las tropas brasileñas inician su marcha hacia El Carmen desde un punto ubicado a unos dieciocho kilómetros río abajo (…) La fuerza compuesta por cuatrocientos efectivos y trece oficiales, fue conducida hasta el Cerro de la Caballada (…) El calor sofocante y los terrenos arenosos de la ruta elegida, pronto comenzaron a minar la energía de los agresores que durante el trayecto estuvieron privados de agua”, generando un deterioro notable de la tropa invasora.
En un bolsillo del uniforme del capitán James Shepherd, “uno de los primeros enemigos que cayó bajo el fuego de los defensores, se encontró una carta en la que requería la rendición: ‘Permaneced tranquilos en vuestros hogares; vuestras personas y propiedades serán respetadas, en caso de acceder a mi justa solicitud; pero en caso contrario incendiaré todas vuestras propiedades’. Para su desazón, el comandante imperial comprobó que toda la población estaba en pie de guerra y que su demanda, en Patagones y Viedma, jamás encontraría destino” (P. Pesatti).
Las fuerzas de infantería brasileñas sufrieron el encierro en un pajonal incendiado y luego un cangrejal. La derrota fue contundente por la heroica defensa y la acción de soldados, marinos y civiles.
