El anarquista Simón Radowitzky llega al presidio de Ushuaia
EL 14 DE MARZO DE 1911

El anarquista Simón Radowitzky llega al presidio de Ushuaia

14/03/2023
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ste día, el militante anarquista Simón Radowitzky ingresa al Presidio y Cárcel de Reincidentes de Ushuaia, donde pasará los siguientes 18 años de su vida.

En esa unidad penitenciaria, “delincuentes de la peor calaña y asesinos despiadados compartían su encierro con numerosísimos militantes libertarios y otros presos políticos, en la mayoría de los casos enviados al sur más por sus ideas que por sus acciones” (Alejandro Marti. La biografía del anarquista Simón Radowitzky).  

En ese contexto, “Radowitzky fue un caso especial desde el primer momento y como tal fue tratado. Era un convicto ‘incómodo’ en todo sentido para las autoridades del penal y además autor de un hecho que había conmovido al país. Estaba claro no recibiría el mejor de los tratos en un lugar donde, de por sí, las reglas disciplinarias eran sumamente estrictas y en no pocas oportunidades se agravaban o se modificaban según el capricho de los guardianes. Allí, en los confines de la Argentina, lejos de todo, con el frío y la nieve como casi constantes protagonistas, comenzaría a sufrir toda clase de castigos, vejámenes y maltratos psicológicos y físicos. Una saga de penurias por la que pronto sus camaradas anarquistas lo elevarían de su condición de Vindicador a la de Mártir de Ushuaia”.

El joven ruso se convirtió en el legendario recluso 155 y sus convicciones lo llevaron a soportar la barbarie imperante en el penal.  “Aislado por largos períodos en su celda de dos por dos, supo de castigos tales como reiterados ayunos a pan y agua, multas, requisas injustificadas, golpizas con cachiporras de hierro, duchas heladas y largas horas de plantón con los brazos en cruz, a la intemperie o en plena oscuridad, entre otras torturas”.

A pesar de ese fenomenal acoso, “con los años su espíritu solidario lo transformó en la voz de los demás reclusos ante cada pedido reivindicatorio o ante cada injusticia. Dio la cara por los más débiles, organizó huelgas de hambre, coros de protesta y toda clase de formas de reclamo frente a las arbitrariedades, lo que le valió numerosas represalias. Las resistió una y otra vez con el temple de un místico” (op.cit.).

Tanto las persecuciones como su resistencia, motorizaron a los anarquistas dentro y fuera del país, donde se denunció su situación y se organizaron actos por su liberación. Finalmente, fue logrado con el indulto del presidente Hipólito Yrigoyen .v

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