echada este día, una resolución “Ministerial designaba interventor del Hospital Rural de Río Grande al Dr. Carlos Alfredo Pacheco…” (Texto publicado en Facebook por Carlos Maria Ratier Duarte).
Un año después, por Resolución 1016 del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, “se aprueba la habilitación parcial del Hospital de Río Grande, fijando una partida presupuestaria para construcción y equipamiento. Este emprendimiento tardaría otros 20 años en perfilarse en su final de obra, entre replanteos y demoliciones”.
Ratier efectuó una semblanza de la evolución de la salud pública en la zona norte fueguina. Su relato comenzó en 1938, cuando “Rio Grande aún no contaba con servicios médicos ni un centro asistencial para la salud. Muchas eran las mujeres que, por falta de un servicio adecuado, viajaban a Punta Arenas para los alumbramientos (…) En casos de emergencia o consultas por afecciones leves, los vecinos debían cruzar el río apelando al servicio de boteros para llegar hasta la Sala de Primeros Auxilios del Frigorífico, donde además de un médico permanente se contaba con un enfermero o dos, según el ritmo del establecimiento y la cantidad de personal ocupado en el mismo”.
Este servicio sanitario tenía una capacidad física “insuficiente para la asistencia de un pueblo constituido por unas 250 familias permanentes, sin contar con el personal del Frigorífico, sus familiares y la atención de los establecimientos ganaderos, en las que también había matrimonios jóvenes”.
A partir de 1953, “la salud de los pobladores también comenzó a ser atendida en el Hospital Rural del BIM 5, cuyos médicos hacían proezas en el servicio de sanidad, que incluía, además, un servicio odontológico”.
La respuesta oficial frente a los reiterados reclamos de los riograndenses era la consabida escasez presupuestaria. El fundamento del pedido se argumentaba en la lejanía del Frigorífico y las diferencias existentes con Ushuaia.
La distancia con el frigorífico “era real, ya que estaba ubicado a unos 4 km. en línea recta de la población, pero (…) era necesario dar una vuelta de 27 km, que pasando por el puente colgante de El Tropezón, se ingresaba en la margen sur del río, lugar donde se encontraba la Enfermería (…) la actual Ruta 3 era solamente una huella de tierra turbosa sin afirmar (…) La otra opción era utilizar el servicio de los boteros para efectuar el cruce del río” (op.cit.).
Autor: Bernardo Veksler