n estos días, la empresa Wagner difunde en Chile el hallazgo de un millonario tesoro enterrado en el archipiélago Juan Fernández, cuyo valor estimado alcanzaría a unos diez mil millones de dólares. Pocos días después del anuncio comienza a ser cuestionada la existencia de ese enorme botín.
“La ‘fiebre del oro’ se desató luego de que la empresa Wagner aseguró haber encontrado en la isla Robinson Crusoe tres tesoros -uno de 800 toneladas y dos de entre 30 y 50 toneladas cada uno- valuados en 10.000 millones de dólares, casi el 25% de la deuda externa de Chile. Uno de ellos se ubicaría en el sector de Tres Puntas, al noroeste de la isla” (Diario El Mercurio. Santiago de Chile, 29/9/2005).
“Un radar que hace meses detectó un arsenal enterrado en la alemana Colonia Dignidad, Chile, ahora encontró un tesoro sepultado por piratas valuado en 10 mil millones de dólares. La empresa Wagner Tecnologías, afortunada dueña del aparato, empezará las excavaciones en octubre, cuando consiga los permisos de las autoridades. Según el abogado de Wagner, Rodrigo Irrázaval, las 800 toneladas de oro y joyas ‘eran de los Incas’ y fue escondido en tres lugares de la isla Robinson Crusoe, primero por piratas españoles y luego por corsarios ingleses. El lugar es parte del archipiélago Juan Fernández, en el océano Pacífico. Su alcalde, Leopoldo González, ya avisó que ‘si el tesoro se llegara a encontrar, el 50 por ciento es para el Estado’. Pero consideró que ‘todavía es prematuro para soñar’ (…) El radar robot opera a través de antenas que detectan agua, petróleo o metales a una distancia promedio de 50 metros de profundidad según explicó su inventor, el chileno Manuel Salinas” (Página 12, 25/9/2005).
En tanto, “Maura Brescia, una historiadora que vivió 12 años en la isla y que escribió dos libros sobre el lugar, afirma que el tesoro no pesaría 800 toneladas (…) Además, sostiene que, según antecedentes históricos, sólo se produjo un entierro de riquezas piratas en Robinson Crusoe” (El Mercurio).
“Brescia afirma que esa zona es prácticamente inaccesible. Pero no sólo cuestiona las factibilidades topográficas, sino también la forma en que se hicieron públicos los supuestos descubrimientos. "No es habitual entre los cazatesoros lo que hizo el grupo Wagner, que anunció su hallazgo a los cuatro vientos... estas son cosas sigilosas", reflexiona.