n estos días, se difunden las sanciones aplicadas por el gobierno español a empresas radicadas en Galicia, por violar normas internacionales en materia pesquera y por manejos fraudulentos para sortear controles de las capturas consumadas en mares antárticos.
El “Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación español confirmó la aplicación de sanciones administrativas a varias empresas por un valor de más de 17 millones de euros, después de que una primera redada en empresas de Galicia demostrase sus conexiones económicas con los buques de pesca ilegal Kunlun Yongding, Songhua y Tiantai” (Periodistas en Español, 09/03/2016).
Dichos buques “han sido identificados en repetidas ocasiones en la Antártida pescando merluza negra de Patagonia con redes de enmalle y ondeando bandera de distintos países y se encuentran incluidos en las listas negras internacionales de buques pirata”.
La ONG Oceana, que había denunciado la actividad ilegal de esas empresas, valoró la intervención de la Guardia Civil en España contra la empresa Vidal Armadores –llevada a cabo meses después- “en la que agentes de la Interpol y la Europol practicaron cuatro detenciones, entre ellas las de Antonio Vidal Suárez y su hijo, acusados de actividades de pesca ilegal del bacalao polar o merluza negra en aguas de la Antártida”.
Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa, ha acogido con satisfacción el resultado de esta redada histórica, sin precedentes: “Esta es la primera vez que la Guardia Civil española, la Interpol y la Europol unen sus fuerzas contra la pesca ilegal en una acción conjunta contra quienes la practican. Este caso ya de por sí demuestra la gravedad de la pesca ilegal, no documentada y no reglamentada como un delito medioambiental que, como tal debería ser perseguido” (op.cit.).
La pesca ilegal en mares antárticos no respeta los estándares establecidos. “Se pesca la cantidad que quieren, cuando quieren y la especie que quieran. Llevándose consigo a más de una especie de la zona, creando una disminución de números en las especies que habitan la región, alterando así la cadena alimenticia de la Antártida”, violando convenciones internacionales y afectando el equilibrio ecológico de la región (Analéctica. Pesca comercial en la Antártica).
Esta pesca ilegal en la Antártida empezó a ser combatida en 1997 cuando se descubrió el exterminio de la merluza negra y el krill.
