ste día, se inaugura el Canal de Panamá y abre nuevas posibilidades de comunicación entre oriente y occidente. Su puesta en marcha acortó distancias, agilizó la navegación y produjo adelantos económicos fenomenales en las primeras décadas del siglo XX.
El vapor Ancón realizó el trayecto inaugural de la nueva vía de navegación. Su travesía duró diez días, al llegar al Pacífico el 23 de agosto.
Hasta entonces, la única vía de conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico estaba en el extremo austral americano, utilizando las aguas del paso de Drake, al sur del cabo de Hornos, o del estrecho de Magallanes.
Como derivación de esta importancia geopolítica, Punta Arenas había tenido un desarrollo sostenido, alcanzando índices de prosperidad notables, por la incesante actividad portuaria y las prestaciones conexas que se ofrecían en la capital magallánica. La inauguración del canal bioceánico planteó una profunda crisis e impulsó la mudanza de las grandes corporaciones que allí se habían desarrollado, eligiendo como centro de operaciones preferentemente la ciudad de Buenos Aires.
El canal influyó considerablemente sobre los patrones del comercio mundial. Para un barco carbonero que pretendía unir la costa oriental norteamericana con el Japón, significó acortar la distancia en tres mil millas y para un barco bananero, que llevaba esa mercadería de Ecuador a Europa, significó ahorrar unas cinco mil millas marinas.
La gigantesca obra del canal significó un desafío inédito para la ingeniería moderna. Produjo la remoción de más de 153 millones de metros cúbicos de material excavado y su diseño utilizó un sistema de exclusas y un lago artificial que se elevaba veinticinco metros sobre el nivel del mar. El lago Gatún permitió la provisión de agua para el cruce de los navíos por el canal.
Para su consumación, los promotores de la obra impulsaron la secesión de la provincia colombiana y su conversión en nación independiente para favorecer la imposición de su voluntad. Los principales favorecidos fueron los Estados Unidos que acortaron notablemente la conexión entre sus costas y ejercieron un dominio absoluto sobre el canal y la población panameña hasta fines del siglo XX.