mposible evitar la tristeza de la despedida. Su pasión por la velocidad y su habilidad al volante lo hicieron un campeón. Pero fue su humildad, respeto y generosidad lo que lo convirtió en un referente para muchos, dejando no solo una huella en el deporte automotor sino también en el corazón de quienes tuvimos la posibilidad de conocerlo.
Querido Norberto, tu sonrisa, tu entusiasmo y tu espíritu deportivo nos acompañarán por siempre, recordándonos el valor de una vida bien vivida.
Seguramente el Buen Señor sabrá navegarte para que tengas una eterna buena ruta.
Hasta siempre.