a invasión comenzó sutilmente, al punto que no la vimos venir. Un par de ramitas asomando entre las grietas del cerco del terreno. Luego, la cosa siguió en su avance furtivo sobre Náufragos del Cervantes. Los vecinos del barrio, acostumbrados a la belleza de los bosques nativos fueguinos, apenas lo notaron. "Un poco de verde no le hace mal a nadie", pensaron. Las autoridades dijeron lo mismo: ¨No es más que un árbol que crece ¨
No se dieron cuenta que la mano venía igual que con los castores. Los árboles son esos estrategas silenciosos que enviaban sus raíces como tentáculos subterráneos y sus ramas como legiones que todo lo invaden.
La situación se volvió caótica. Los peatones y conductores ahora deben esquivar a los árboles. Con el tiempo descubrimos que los responsables del control público eran militantes de la agrupación ¨Anarquía Verde ¨, y que llevan tatuajes en su pecho con la consigna ¨NO A LA PODA ¨.