ace rato que un elenco en el fútbol grande no muestra una superioridad tan pero tan grande sobre sus rivales, a lo mejor haya que remitirse a alguno de los campeonatos de aquel Cuervos FDM multicampeón, pero este Camioneros, con figuras que se les caen de los bolsillos, parece en el amanecer de este 2025 estar preparándose para cosas importantes, para horizontes más allá de la isla y para abrazar una gloria total.
La cita final de la Copa Ushuaia se puso en marcha a partir de las 14:30 de este domingo en el histórico Hugo Lumbreras. Allí, Los de Ponce y los de Adduci firmaron planilla bajo una nieve hostil y un frío aún más agresivo. El calor, en cambio, lo iban a poner los protagonistas sobre el sintético, disputando acaso el duelo más parejo y lógico pensando en una final por estos tiempos.
Es que, con diferentes libretos, Mercantil y Camioneros son hoy por hoy los rivales más poderosos y afianzados del fútbol grande. Por eso el choque tenía tanto de especial, tanto condimento.
Así, a la hora señalada, ambos pisaron el suelo sagrado con la única ambición de quedarse con la gloria. De nada servía el antecedente inmediato que marcaba una victoria de Camioneros sobre Mercantil, en esta misma competencia por los grupos, de nada tampoco el invicto largo que arrastraban los de Ponce porque todo se iba a definir en 90 minutos que prometían ser de alto vuelo.
Llegado este punto hay que ser claros y objetivos, más allá del desarrollo, lo concreto, lo inalienable, lo absolutamente acontecido, fue que Camioneros borró a su rival en el campo de juego. Lo borró, lo anulo, lo inhibió y lo maniató casi de principio a fin. Lo goleó 5-1 y aunque el resultado hubiese sido más corto, el análisis sería el mismo.
Desde los primeros minutos del match, arbitrado muy correctamente por Miranda, se notó al Camión mucho más agresivo en su postura, mucho más incisivo. Si bien esos instantes iniciales fueron desprolijos por ambos bancos, siempre fue el elenco de Ponce el que propuso el ataque y se notó más sólido en su intención de recuperar la bola.
Por el contrario Mercantil padeció mucho el juego, su línea de fondo esta vez brindó inseguridades y el mediocampo hizo agua perdiendo siempre contra Flores. Solo Florentín y su atrevimiento más el coraje de Emi Vargas pudieron, ocasionalmente, inquietar al fondo del Camión que fue, en gran parte de la primera etapa, espectador de lujo.
Pasados los primeros minutos el nerviosismo inicial se clarificó y Camioneros comenzó a cosechar chances claras, como un inexplicable errado de Douglas Romero abajo del arco. Sin embargo, el propio Romero minutos más tarde habilitó entre líneas a la figura total de la tarde, Brandon Espinoza, que ganó entre los centrales y defino con clase total por debajo del histórico Raúl Paredes.
Ese golpe, allá por los 32 minutos de juego, sería el golpe final del duelo, no porque no hubiese más goles, sino porque a partir de ahí, Mercantil jamás volvería a levantarse. Prueba de ello es que, al minuto de aquel gol, un error garrafal del segundo marcador central del elenco de Adduci dejó una vez más suelto a Espinoza en el área, habilitación para Casanova por el segundo palo y a cobrar.
Si algún signo vital le quedaba a Mercantil, ahí se acabó, y si alguien creía que todavía tenía chances, Federico Bleuer, después de otra escalada descomunal de la “Pesadilla” Espinoza, convirtió el tercero a los 5’ del complemento.
El resto es anécdota. Florentin, merecidamente, descontó para Mercantil y la entrada de Fuentes y el pibe Caruso le dieron frescura a los del CECU, pero una vez más Espinoza y luego Romero con un golazo sellaron el resultado final a favor del Verde.
Camioneros aplastó a Mercantil. Jugó una final y redujo a su rival. Los del CECU llegaron con la ilusión, pero no con la lucidez o el mismo hambre que su oponente, que dicho sea de paso, tiene un plantel largo y de temer, porque mientras en Mercantil ingresaban los pibes, desde en banco del Camión saltaban a la cancha nombres como los de Joaquín Mansilla, Nicolás Bueno o Maximiliano Schwarz, pura jerarquía.
Anda derecho el Camión, y se irá al receso invernal sabiendo que la gloria será suya todo el invierno, y más también, si nadie se le planta, si nadie le hace frente.