ada grita “progreso” como retroceder diez años con estilo.
Como esas personas que juraste no volver a ver, pero aparecen de nuevo más lookeadas, más resistentes y más tóxicas que nunca.
Es así, bolsas plásticas resucitando del olvido. Nadie las vio venir… o más bien, todos las vieron venir y simplemente decidieron mirar para otro lado.
Las entregan con la misma naturalidad con la que uno entrega una excusa floja: rápidas, livianas y totalmente descartables, igual que el compromiso ambiental que duró lo que un desafío viral en redes. Ahora flotan otra vez por las calles, decorando ramas, rejas y esquinas como si fueran parte de la fauna urbana.
El planeta respira aliviado, porque al parecer lo importante no era salvarlo, sino envolverlo prolijamente en plástico de colores.