La pesca artesanal enfrenta límites por nuevos emprendimientos
Tensión entre modelos productivos

La pesca artesanal enfrenta límites por nuevos emprendimientos

Carlos Carcamo, referente del sector, valoró los controles actuales sobre la centolla, pero alertó sobre el impacto de los emprendimientos industriales en la actividad de pescadores históricos.
15/09/2025
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l pescador artesanal Carlos Carcamo expresó su preocupación por el desplazamiento que están sufriendo los trabajadores del canal Beagle ante el avance de proyectos industriales en áreas históricamente dedicadas a la pesca artesanal. Si bien reconoció que el control sobre la actividad mejoró notablemente en los últimos años, advirtió que “nos están corriendo de zonas donde pescábamos centolla y cada vez el cuello de botella es más chico”.

En diálogo con Zoom a Diario, destacó que actualmente existe un monitoreo constante de la actividad pesquera. “Hay un control efectivo. Tenemos sistemas de geolocalización por satélite que permiten saber dónde estamos, cuánto tiempo navegamos, e incluso se controla en qué momento baja la velocidad de la embarcación”, explicó. Según Carcamo, estas medidas impactaron positivamente en el combate de la pesca ilegal: “La centolla que se vende más barata en Chile es ilegal. Acá tenemos costos muy altos y controles estrictos. Cuando alguien ofrece precios por debajo, hay que sospechar”.

El punto más conflictivo para el sector artesanal tiene que ver con los crecientes problemas de convivencia con proyectos industriales, especialmente el avance del cultivo de mejillones impulsado por el grupo Newsan. “Era un piloto con dos espejos de agua y ahora ya son diez. Nos desplazaron de lugares históricos de pesca”, señaló. Además, recordó que ya existieron experiencias previas de exportación de mejillones en Almanza que no recibieron respaldo oficial. “No son los primeros en exportar. Ya lo habían hecho Gualdez y Avira Argentina. La diferencia es que ahora toda la atención está puesta en una sola empresa, y los pescadores artesanales quedamos relegados”.

Carcamo también apuntó contra los crecientes requisitos técnicos para operar legalmente, que excluyen a muchos pequeños productores: “Los requerimientos para sacar mariscos se incrementaron tanto que muchos no los pueden cumplir. No podemos competir con una empresa que tiene semejante capital. Incluso pasamos de usar un muelle a no poder usarlo más porque está ocupado”.

En la actualidad, hay entre 16 y 17 embarcaciones habilitadas para pescar centolla en el canal argentino, con un límite de 100 trampas por unidad. Esa cifra contrasta con la escala que se permite en la parte chilena del canal: “En Navarino o Puerto Toro, una sola embarcación puede tener mil trampas. Acá somos 16 y usamos en total 2.000. La depredación no se hace de este lado”, afirmó.

Si bien valoró los avances en trazabilidad y fiscalización, Carcamo subrayó que “la coexistencia con la industria es cada vez más difícil” y sostuvo que el Estado debería garantizar condiciones de equidad para todos los actores del sector. “Nosotros estábamos primero. Almanza era un pueblo de pescadores donde no venía nadie. Hoy lo ven con fines turísticos y productivos, y terminamos quedando relegados. Somos invisibles para la sociedad y vamos a ir desapareciendo”, concluyó.

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