l médico especialista en otorrinolaringología, Gustavo Kogan, repasó los problemas de oído más habituales que atiende en su consultorio y ofreció recomendaciones prácticas para pacientes de todas las edades “Otorrinolaringología es una especialidad médico-quirúrgica, porque muchas consultas se resuelven en consultorio, pero otras requieren cirugía”, explicó al inicio de la entrevista.
Entre los motivos de consulta más frecuentes mencionó la sensación de oído tapado o de abombamiento durante los viajes en avión, destacó que “entre el 10 y el 20 por ciento de los pasajeros presenta esta dificultad, y en los niños el porcentaje puede llegar al 40%”. Explicó que el problema se debe a la trompa de Eustaquio, un conducto que conecta el oído con la nariz y que regula la presión interna. En los más chicos, esa trompa es más corta y horizontal, lo que facilita la obstrucción y genera dolor.
Kogan recomendó que los bebés viajen amamantando y que los niños más grandes mastiquen caramelos o chicles durante el despegue y el aterrizaje. También señaló que existen tapones especiales -denominados airplanes- que pueden ayudar a los adultos a reducir la molestia, “otra maniobra eficaz es la de Valsalva: taparse la nariz y soplar con la boca cerrada, lo que permite ventilar el oído”, explicó.
Consultado sobre el buceo, el especialista aclaró que el mecanismo es el mismo pero a la inversa, por el aumento de presión al descender “Quienes sufren este cuadro lo padecen tanto volando como buceando”, dijo. Otro motivo de consulta habitual es el tinnitus, conocido como zumbido en el oído. “El tinnitus es un ruido subjetivo que la persona percibe sin que exista en la realidad. Se produce por fallas en las células del oído interno y suele manifestarse como un pitido agudo”, señaló. Enfatizó que, contra la creencia generalizada, “el tinnitus tiene tratamiento, aunque no siempre cura definitivamente”.
Finalmente, se refirió a los avances en implantes cocleares para personas con hipoacusia profunda. “El componente interno es de por vida, mientras que el procesador externo debe renovarse cada diez o veinte años. Es una tecnología que devolvió esperanza a muchos pacientes”, sostuvo.
El otorrinolaringólogo afirmó que la mayor dificultad de su especialidad no está solo en el diagnóstico o el tratamiento, sino en traducir el lenguaje médico a explicaciones simples y comprensibles. “Para mí es un verdadero desafío, pero también una satisfacción poder dar respuestas claras a las inquietudes de los pacientes”, finalizó.