n el corazón de Ushuaia, a escasos minutos del centro urbano y en plena armonía con el imponente paisaje fueguino, la Reserva Natural Cerro Alarkén irrumpe como un espacio de altísimo valor ecológico, recreativo y científico. Sus más de 100 hectáreas de bosques nativos —compuestos por lengas, ñires y coihues— hospedan una rica diversidad de flora y fauna. Allí se pueden observar zorros colorados, pájaros carpinteros gigantes, águilas moras y cóndores andinos, entre otras especies que conviven en equilibrio dentro de un ecosistema de montaña subantártica.
Creada con el asesoramiento de la Fundación Vida Silvestre Argentina, esta reserva fue concebida bajo un principio fundamental: preservar la naturaleza en su estado original dentro del tejido urbano de Ushuaia. Se trata, por tanto, de una reserva urbana estratégica, que no solo conserva biodiversidad sino que ofrece un modelo de convivencia entre la ciudad y su entorno natural inmediato. Estudios de la Fundación identificaron en el predio más del 50 % de las especies de flora y fauna registradas en el Parque Nacional Tierra del Fuego, lo que confirma su importancia ecológica.
Además, la Reserva Alarkén integra el concepto de zonas buffer o de amortiguamiento: áreas que rodean el núcleo de conservación y sirven de transición entre la ciudad y el ambiente natural protegido, y esto forma parte del principio de planificación y ordenamiento urbano sostenible. Se conoce que estas franjas cumplen un papel esencial al mitigar los impactos del crecimiento urbano, las actividades turísticas y el tránsito vehicular, actuando como barreras vivas que regulan el avance humano sobre el entorno natural y resguardan los hábitats más frágiles. Incorporar formalmente estas zonas de amortiguamiento en la gestión de la reserva consolidarán su función ecológica y garantizarán su sostenibilidad a largo plazo, tanto para la preservación de Ushuaia como para la zona Noreste del Parque Nacional Tierra del Fuego.
Un ecosistema de montaña en equilibrio
Desde las puertas del hotel Arakur Ushuaia, enclavado en la ladera del cerro y en armonía con el entorno, parten los senderos que recorren la reserva. Arakur, más que un hotel de lujo, es una suerte de portal a la naturaleza, construido sobre un balcón natural con vistas al Canal Beagle y diseñado para integrarse con el bosque que lo rodea. Desde allí comienza una red de cuatro circuitos de trekking señalizados, con distintos niveles de dificultad, que permiten descubrir la riqueza ambiental del área.
El circuito Cumbre asciende suavemente hasta la cima del Cerro Alarkén, donde un mirador natural ofrece una vista panorámica de 360°. Desde allí, el visitante contempla la bahía de Ushuaia, el Canal Beagle, las sierras Martial y Vinciguerra y los cerros Olivia y Cinco Hermanos. Es un recorrido corto, ideal para quienes desean una experiencia accesible sin renunciar a una de las vistas más amplias de la ciudad.
El circuito Turbal, por su parte, conduce a un humedal de altura que testimonia la antigua presencia glacial. Las turberas, formadas durante miles de años, son verdaderos escurrideros naturales de carbono y un regulador clave del ciclo hidrológico. El sendero continúa hasta conectar con el circuito Bosque y Mirador de la Bahía, que recorre antiguas sendas de hacheros entre bosques de lengas hasta llegar a un punto panorámico sobre el Canal Beagle, ideal para la observación fotográfica y el avistaje de aves.
Para los caminantes más experimentados, el circuito Valle del Río Chico ofrece una travesía más extensa, de unas tres horas, que atraviesa cascadas encajonadas, humedales y castoreras antes de alcanzar un mirador privilegiado del monte Olivia. Este sendero, más exigente, requiere precaución y se recomienda realizarlo con guía, ya que cruza zonas de relieve irregular y sectores donde la fauna silvestre aún se muestra en plenitud.
Cerro Cortés: el mirador secreto del Fin del Mundo
Desde la Reserva Alarkén no solamente se puede acceder al valle del Río Chico: también inicia el sendero hacia la cumbre del Cerro Cortés, un cerro aislado que se eleva justo en el centro radial de cuatro valles fueguinos. Al alcanzar su cima, los caminantes son testigos de una de las vistas panorámicas más impresionantes de Ushuaia. Desde lo alto se domina toda la ciudad, la extensión completa de la reserva y el hotel Arakur, además de observar con nitidez el valle de Andorra, el valle del Río Chico hasta sus torres, gran parte del valle del Río Olivia y sectores del valle de Tierra Mayor y/o Carvajal.
El ascenso al Cerro Cortés es una experiencia que trasciende el senderismo: es una inmersión en el paisaje más profundo del Fin del Mundo. A menudo, los caminantes son acompañados por el vuelo de los cóndores andinos, que anidan en una pared de piedra de la ladera oeste del cerro. Verlos planear a pocos metros es una escena majestuosa que reafirma el valor de conservar este entorno como refugio natural.
Conexión con los grandes senderos del sur
La Reserva Alarkén funciona además como nodo conector entre la red de senderos urbanos y los circuitos de montaña de mayor envergadura. Desde su límite norte se accede al sendero del Valle de Andorra, que conduce hacia la Laguna de los Témpanos y el Glaciar Vinciguerra, uno de los sitios protegidos de la región por su valor ecológico y su papel en el monitoreo del cambio climático.
El recorrido hacia la laguna atraviesa turberas, bosques densos y pendientes abruptas hasta alcanzar un espejo de agua alimentado por el deshielo. En la cabecera, las cuevas glaciares del Vinciguerra permiten observar los efectos del calentamiento global sobre los hielos fueguinos. Allí, investigadores y guías especializados realizan mediciones periódicas que forman parte de los programas de seguimiento ambiental.
Este vínculo entre la reserva y los grandes circuitos de trekking demuestra el enorme potencial de conectividad ecológica y turística del área, que podría fortalecerse aún más con políticas de gestión coordinada. Consolidar un sistema integrado de senderos con zonas buffer y señalización unificada no sólo mejoraría la experiencia del visitante, sino que garantiza una presión controlada sobre los ecosistemas más frágiles.
Una protección que necesita consolidarse
Más allá de su belleza paisajística, la Reserva Natural Cerro Alarkén representa una oportunidad concreta para pensar el desarrollo urbano desde una perspectiva sostenible. En un contexto donde Ushuaia crece y se expande sobre terrenos cada vez más próximos al bosque, el rol de áreas naturales urbanas se vuelve fundamental. La creación de corredores biológicos y zonas de amortiguamiento entre la reserva y los barrios colindantes permitiría mantener la continuidad ecológica y prevenir los efectos del ruido, la contaminación lumínica y la fragmentación del hábitat.
Asimismo, el fortalecimiento institucional de la reserva —mediante ordenanzas municipales o convenios de cooperación con organismos ambientales y académicos— contribuiría a su consolidación como espacio de educación ambiental y monitoreo científico. Talleres escolares, caminatas interpretativas y proyectos de ciencia ciudadana podrían integrarse a su vida cotidiana, convirtiendo el contacto con la naturaleza en una experiencia educativa para residentes y turistas.
Porque el Fin del Mundo no es solo un destino: es también un laboratorio vivo de cómo preservar lo esencial. Y el desafío, ahora, es asegurarse de que este espacio de silencio, aire puro y vuelo de cóndores siga siendo —para siempre— el corazón verde de Ushuaia.