os últimos días de 2017, y esta primera quincena de enero, fueron una delicia en lo que a tránsito se refiere. Parece que fue hace tanto que uno llegaba al centro y encontraba lugares para estacionar a toda hora cualquier día de la semana, no esperar dos o tres turnos de semáforo, bocinas casi nulas, etc. Pero como dice el refrán “todo lo bueno se termina pronto” y así es como llegamos al día de ayer donde las calles céntricas estaban atestadas de autos embotellados, y tratar de circular por ellas mereció de mucha paciencia, pero bue, hay que volver a acostumbrarse.