LOS ANDES, LA ANTÁRTIDA Y LAS MALVINAS, UN TRIÁNGULO VIRTUOSO DE HISTORIA Y SOBERANÍA
Opinión

LOS ANDES, LA ANTÁRTIDA Y LAS MALVINAS, UN TRIÁNGULO VIRTUOSO DE HISTORIA Y SOBERANÍA

16/11/2018
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omo hacían los buenos maestros de antes, que llevaban a sus alumnos al fondo del aula  para comprender a distancia el problema que los desafiaba desde el pizarrón, el ejercicio de observar el mapa completo de la Argentina permite descubrir el triángulo virtuoso de historia y soberanía que nos proponen los Andes, la Península Antártica y las Islas Malvinas.   
Argentina reafirma su identidad como nación costera atlántica y esa tarea está abonada, para empezar, por la geografía que une la cordillera de los Andes con su continuación la Península Antártica (Antartandes), y que completa ese triángulo con las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur sobre la plataforma continental.
Si volvemos a ampliar el foco pero ya desde una perspectiva histórica, aparecen dos figuras unidas por una larga línea de tiempo sobre la misma cuestión: la del Libertador José de San Martín y la de un patriota moderno, no suficientemente reconocido, el general y formidable explorador Jorge Leal, fallecido en 2017 después de una incansable militancia antártica.  
San Martín tomó temprana conciencia estratégica de las Malvinas como herencia irrenunciable de la independencia de España y, tal como quedó expuesto en un documento de 1816 rescatado hace pocos años, desde los Andes decidió engrosar su ejército libertador convocando a reclusos retenidos en las Malvinas “retrayéndolos de sus pasados extravíos” hacia “las sendas de la probidad y honor con provecho de la causa pública”.
Casi un siglo y medio más tarde, otro patriota argentino, el general Leal, fundó la Base Antártica Esperanza, en 1952, y lideró en 1965 a una decena de hombres en la primera expedición terrestre argentina al Polo Sur, recorriendo tres mil kilómetros a pie.
El establecimiento de la provincia argentina más joven, en 1992, expresó jurídicamente aquél triángulo de soberanía: la de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Desde su creación, la provincia desarrolla una activa política de defensa de los derechos de soberanía sobre las Malvinas y demás archipiélagos usurpados por Gran Bretaña.  
Con esos antecedentes, un día como hoy, pero de noviembre de 2004 encabecé como titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación una reunión plenaria de la Comisión, con la presencia de 25 legisladoras/es nacionales de distintas fuerzas políticas que, para celebrar el centenario de la presencia de nuestro país en la Antártida, sesionó formalmente por primera vez el continente blanco, en la Base Marambio, precisamente con la participación de un anciano pero lúcido general Leal.
 “Yo sé que el Tratado Antártico impone una suerte de paraguas en los temas políticos, pero puede no durar para siempre. Para defender sus derechos sobre el continente antártico, la Argentina no podrá sola: será necesaria la unidad sudamericana, como la concibieron San Martín y Bolívar. Yo soy optimista; de otra manera, no se me hubiera ocurrido caminar hasta el Polo Sur”, dijo entonces Leal, sabio y ocurrente.
Evocar la sabiduría de San Martín y de Leal es especialmente conveniente en estos días, cuando las reivindicación de nuestros derechos sobre las Islas Malvinas -la Antártida sigue bajo ese tratado internacional- se ha vuelto a debilitar por la reiteración de una desacertada política que pretende “remover obstáculos” con Gran Bretaña pero que, en verdad, termina postergando una negociación por la disputa de soberanía de fondo.
Aquella inédita sesión de diputados en la Base Marambio exhibió un consenso político amplio y una conciencia estratégica plena de la Argentina como país atlántico y antártico, dos elementos que hoy la Cuestión Malvinas demanda recuperar con urgencia, más aún cuando el Brexit está debilitando la influencia global de Londres en el mundo.
Siguiendo las líneas imaginarias de ese triángulo virtuoso que unen los Andes, con la Antártida y las islas del Atlántico Sur, siempre encontraremos una auténtica política de estado que asegure nuestros derechos de soberanía.
Como hicimos en 2004 en la Antártida, es bueno ratificar la soberanía argentina donde y cuando sea posible, pero mejor todavía es defenderla con una política exterior que pierda el temor a desairar a la potencia usurpadora y se concentre, con apoyo de todo el arco político y social, en recuperar nuestros territorios por la vía diplomática y pacífica.

(*) Secretario de Estado para la Cuestión Malvinas
Provincia Tierra de Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur

Autor : Jorge Argüello (*)
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