l licenciado Aníbal Lazzaroni, profesor de investigación criminal y especialista en delitos informáticos como el grooming, señaló que el problema no solo implica delitos, sino también problemas de salud pública. “Los niños están experimentando desde problemas ópticos hasta trastornos conductuales, cognitivos y emocionales a edades tempranas” señaló por FM Master’s.
Los delitos virtuales, como el acoso sexual virtual y el sexting, tienen un impacto directo en la salud mental de los jóvenes, ya que muchos no saben identificarlos como delitos. La falta de control en el uso de dispositivos tecnológicos permite que los niños accedan a imágenes inapropiadas para su edad. Incluso se observa que la exposición a este tipo de contenido afecta el dibujo inicial en el nivel inicial, mostrando en muchos casos representaciones sexuales.
El uso irresponsable de la tecnología genera un alto índice de problemas en la provincia. Lazzaroni destacó la importancia de establecer límites y controles en el acceso de los niños a dispositivos tecnológicos, similar a la restricción de un automóvil para un niño. “El adulto tiene una responsabilidad compartida en limitar el acceso a la tecnología adecuada para la edad del niño” dijo al respecto.
El especialista enfatizó que “la tecnología en sí no es mala, pero debe ser administrada de manera adecuada. Se deben proporcionar dispositivos preparados para la edad de los niños”. Además, destacó la importancia de establecer límites y no tener miedo de colocarlos, “ya que los seres humanos necesitan límites” para regular su comportamiento.
En relación con el bullying, la tecnología plantea dos problemas principales: el anonimato que permite hacer daño a otros a distancia y la generación de conductas atípicas. Programas de televisión que fomentan la denigración y la agresividad entre grupos han influido negativamente en las conductas de los niños.
Esto se refleja tanto en las aulas, donde se observa agresividad, “como en las reuniones de padres, donde también se evidencia violencia”. Lazzaroni consideró que “como sociedad estamos fallando en establecer límites y necesitamos reflexionar sobre cómo nos relacionamos”.
En cuanto al uso de la tecnología por parte de los niños, el experto sugirió que los menores de tres años no deberían tener acceso a pantallas, y de tres a seis años, “solo deberían tener una hora de exposición diaria”. De seis a nueve años, deben estar supervisados y utilizar controles parentales que están disponibles de forma gratuita en todos los dispositivos. “La limitación y el establecimiento de barreras son fundamentales para garantizar la seguridad” en el uso de la tecnología por parte de los niños.
