Nota de Opinión

Macri deja a la salud pública en terapia intensiva

20/09/2019
L

uego de la abrupta subida del dólar y la fuerte devaluación ocurrida en las últimas semanas, los medicamentos volvieron a aumentar y su valor es 100% más caro que en 2018.
Este incremento se dio después de las Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) repercutió con fuerza en el mercado y fue del 20% en los últimos días, sumando así un 100% en comparación con los precios del año pasado. En tanto, desde 2015 hasta hoy, el aumento fue de casi el 300%.
Creemos que la industria farmacéutica, de alguna manera, es la beneficiaria de esta situación. La devaluación se produjo el 12 de agosto y, automáticamente a partir de ese mismo día, hubo corrección de precios.
La devaluación se trasladó sin un análisis de costos, sin una autorización por parte de la Secretaria de Salud de la Nación y de forma unilateral.
A lo largo de este año, este aumento viene deteriorando la capacidad de compra de las personas enfermas, sobretodo de las personas mayores, donde hay un mayor consumo de medicamentos por cuestiones lógicas.
De acuerdo a los datos proporcionados por las farmacias, el silidral por ejemplo, medicamento para el tratamiento de la osteoporosis posmenopáusica, pasó de $464,52 pesos en 2018, a $870 en agosto de este año; así también el sifrol, medicamento para tratar el mal de  Parkinson, pasó de $3.790,12 a $8.656,19 pesos; el amispe, medicamento pediátrico para el asma, de $734,38 a $1.502,56 pesos; el ambien medicamento para el insomnio, de $240,51 a $478,04 pesos; el danantizol medicamento para el hiprtiroidismo, de $61,28 a $214,47 pesos; el amaryl para el tratamiento de la diabetes, de $271,26 a $570,82 pesos; el dilatrend, antihipertensivo, de $128,29 a $506, 90; el dolo glucoarrumalon, antiartrósico, de $789,26 a $1617,75, solo por enumerar algunos de los medicamentos con mayor tasa de uso.
Estos medicamentos impactan en la economía de las personas con y sin cobertura social, ya que toda medicación ambulatoria tiene cobertura parcial, por lo cual el paciente tiene como gasto el pago de las diferencias por cobertura y peor aún el paciente con enfermedad crónica, que lo tiene como gasto fijo para sostener el tratamiento de su enfermedad.
Esto conlleva que muchos pacientes discontinúen sus tratamientos, cambien sin consultar al médico la medicación por otro genérico o por drogas más baratas, que compren la medicación fraccionada y solo cumplan con el tratamiento algunos días del mes y en el peor de los casos, que los abandonen. Hemos evidenciado casos en los que los pacientes solicitan préstamos para saldar deudas de farmacia.
También hay una restricción y reducción de beneficios que daba el PAMI, que cubría muchos de los medicamentos al 100% y ahora no los cubre. Los jubilados, con una jubilación de menos de 13 mil pesos, que es la mínima tienen que comer, vestirse, comprar medicamentos, y obviamente que no alcanza.
Darle la libertad de mercado a los laboratorios termina de esta manera, afectando a la salud sobre todo de los más vulnerables.
En cifras:
794% es el incremento que sufrieron los medicamentos para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
Un paciente de la tercera edad consume en promedio 4/5 medicamentos por patología propia del envejecimiento. Para ejemplificar, todos en su presentación por 30 comprimidos y en genéricos, es decir no de laboratorios reconocidos.
Enalalpril genérico $304.81
Enalapril mas hidroclorotiacida $941.46
Clofibrato $799.84
Omeprazol $580
Diltiazem $846
La suma da $3472.11. Si la cobertura fuera del 40% gastaría $ 1388 solo en su medicación habitual y solo en el caso de tener cobertura social.
Esto se traslada a todos los segmentos, medicación pediátrica, enfermedades crónicas no transmisibles, suplementos para el embarazo y ni hablar la medicación para enfermedades poco frecuentes las cuales son siempre importadas y de alto costo.
Esto también repercute en la salud publica administrada por los ministerios que deben garantizar la provisión e insumos en todos los niveles de atención: ambulatoria, internados, cirugías terapias y se ve más afectado aun ya que a la suba de precios se le debe sumar la especulación de los proveedores que se niegan a cotizar especulando con el valor del dólar.
Por ejemplo, los insumos biológicos para vacunar son importados, por tal razón por un lado estamos desabastecidos y la provincia al intentar comprar los insumos no enviados por la nación en tiempo y forma, debe erogar importantes sumas de dinero ya que los laboratorios actualizan a valor dólar del día de la fecha.
Por ejemplo, la vacuna menveo cuya provisión debe garantizar la Secretaría de Salud de la Nación cuesta $ 4214.36 pero no hay en existencia y a la provincia le faltan 12000 dosis, por lo cual la reserva de crédito es de $ 50.572.230 millones de pesos, gasto que debemos afrontar por la inflación, la desorganización y la falta de cuidado con la salud de los argentinos.
El resultado de esta política es que hemos bajado nuestras coberturas en vacunación y que reaparecen enfermedades que estaban controladas como sarampión.
La Nación no ha asegurado que cubrirá y que no, por lo cual nos deja en un estado de incertidumbre que nos obliga a salir a hacer compras extraordinarias no contempladas en presupuesto anual para cubrir faltantes.
El sistema de salud se encuentra en estado crítico en la Argentina. Un sistema fragmentado donde la devaluación de la moneda impacta en la población, al igual que en los alimentos, en los medicamentos que son esenciales. Existe un gran número de personas que, aun teniendo obra social, no pueden acceder a la salud por los costos que ello implica. Aunado a ello, el descontrolado aumento de los precios de los medicamentos, implican un fuerte incremento del gasto directo de las familias.
Garantizar el acceso efectivo al 100% del calendario nacional de vacunación, reactivar el Plan Remediar y los sistemas de provisión de medicamentos esenciales (TBS, oncológicos, VIH SIDA, ETS, PAMI, entre otros) definiendo un vademécum básico nacional que considere a los medicamentos como bienes sociales indispensables; mejorar la accesibilidad a las prestaciones para los grupos más vulnerables y declarar la emergencia sanitaria, son algunas de las consignas para mejorar la salud.
El estado de las personas se refleja, en especial, en nuestro consultorio donde atendemos pacientes que sufren falta de esperanza, el miedo a no poder solventar sus gastos básicos y lo más desesperante: la percepción de pérdida del control y saber que la solución no está en sus manos. Los médicos sabemos que tenemos que hacer algo. Contamos con los datos científicos de las consecuencias de la crisis del 2001 sobre el corazón de los argentinos. Como médicos, nuestra respuesta no es sedarlos con medicación, ni darles una palmada en la espalda y sugerirles que se queden tranquilos. Tenemos ciertas herramientas que los pueden ayudar. Una de ellas es acompañar garantizando acceso a la salud, en Tierra del Fuego hay un centro de atención primaria cada 1.5 km y garantizamos además que los medicamentos que no estén en nuestra farmacia lo conseguimos a través de la compra directa por la Dirección de prestaciones médicas.
La ayuda social de esta dirección representa $210 millones de pesos anuales en cobertura de tratamientos para nuestros habitantes.
La crisis económica es una enfermedad del sistema de salud pública y debemos estar preparados para afrontarla.


Dra. Marcela Segovia
Directora de Promoción de la Salud
Ministerio de Salud de Tierra del Fuego

Autor : Dra. Marcela Segovia
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